México ahora recibe casi $60 mil millones al año en remesas, en su mayoría de los Estados Unidos, lo que las convierte en un pilar del gasto de los hogares en un país que ahora es uno de los mayores beneficiarios de las transferencias de efectivo en todo el mundo.
Pero el surgimiento del fenómeno conocido como «superpeso» hace que esos dólares ya no lleguen tan lejos como antes.
Impulsado por las tasas de interés más altas del banco central, así como por la reubicación de la capacidad de fabricación en la región desde Asia, una tendencia conocida como nearshoring, el peso ha subido más de un 14% frente al dólar este año, superando a sus pares internacionales.
GOLPEANDO A LAS FAMILIAS DE BAJOS INGRESOS
Hace un año, la moneda cotizaba en torno a los 20,40 pesos por dólar. El viernes alcanzó un máximo de siete años y medio para negociarse a 16,63 pesos por dólar.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha invertido miles de millones de dólares adicionales en programas de apoyo social e instó a sus compatriotas a seguir enviando dólares a México, ayudando a que el gasto de los consumidores sea un baluarte de crecimiento desde que terminó la pandemia.
Pero la presión sobre las remesas afectará a los hogares más pobres.
«El poder adquisitivo de las remesas se ha deteriorado debido a la apreciación del peso», dijo Carlos Serrano, economista jefe del banco BBVA México. «Se puede ver que afecta a las familias de bajos ingresos… en los estados que reciben la mayoría de las remesas».
La economía creció un 3,1 % el año pasado y, aunque se espera una desaceleración, aumentan las esperanzas de que podría acercarse a igualar ese desempeño este año.
El crecimiento se estancó en mayo, porque un sector de servicios mediocre, que abarca la mayor parte de la demanda interna, arrastró a la economía, según mostraron los datos la semana pasada.
