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El papa Francisco, la nueva marca argentina

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Un mate argentino, bebida típica argentina, reposa en un rincón de la plaza de San Pedro, durante el primer rezo del ángelus del papa Francisco, el 17 de marzo de 2013. EFE/Archivo
Un mate argentino, bebida típica argentina, reposa en un rincón de la plaza de San Pedro, durante el primer rezo del ángelus del papa Francisco, el 17 de marzo de 2013. EFE/Archivo

Aficionado al mate, el tango y el fútbol, Jorge Bergoglio, el papa Francisco, ha logrado abrirse ya un lugar en la «mitología» argentina y colocarse a la altura de Evita, Gardel, Maradona e incluso el Che Guevara en el imaginario popular.

El primer papa latinoamericano y jesuita ha disparado la «Franciscomanía» en Argentina, donde políticos, empresarios, deportistas e intelectuales aprovechan cualquier oportunidad para acudir al Vaticano y fotografiarse con el pontífice.
«Todos» presumen de haberle visto o haber tenido algún tipo de contacto con él, su imagen es una de las más reproducidas en pósteres, pegatinas, chapas, llaveros y hasta un equipo de fútbol y un barrio de las afueras de Buenos Aires han sido bautizados con su nombre.
El Gobierno de Cristina Fernández reivindica ahora a un papa «peronista» dejando atrás el abierto enfrentamiento que mantuvo con Bergoglio durante su última etapa como arzobispo, cuando el cardenal habló incluso de una «guerra de Dios» contra iniciativas gubernamentales como el matrimonio gay.
La presidenta argentina fue la primera jefa de Estado a la que recibió como papa, el 18 de marzo del año pasado, y volverá a visitarle el próximo lunes.
La oposición no se ha quedado atrás y, con independencia de ideologías, sus dirigentes se han apresurado también a acudir al Vaticano para dejarse ver con el pontífice.
Desde el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, hasta el izquierdista Fernando «Pino» Solanas, pasando por gobernadores, empresarios y hasta cartoneros, sin olvidar a la selección que capitanea Lionel Messi. Todos han querido aparecer con el papa «cuervo» como se le conoce en Argentina por su afición al San Lorenzo de Almagro.
«Un papa argentino es de esos regalos que Dios nos hace pocas veces», dijo recientemente el titular de la Cámara de Diputados, el oficialista Julián Domínguez, hombre próximo a Bergoglio y figura emergente en el entorno de Cristina Fernández.
También el gobernador Daniel Scioli, en la batalla por suceder a Fernández en el sillón presidencial, evocó en estos días la figura de Francisco: «Como dice nuestro papa, el verdadero poder es el servicio», dijo en un acto público.
Sin embargo, conocedor de la realidad política argentina, Bergoglio quiso mantenerse al margen de las rencillas locales y en 2013 evitó visitar el país en su primer viaje a América Latina para no convertirse en instrumento electoral de la campaña para los comicios del pasado octubre.
Para su primer viaje a América Latina, en julio, eligió Brasil, la potencia latinoamericana, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Sus allegados siguen viendo en Francisco al sacerdote amante del mate, el fútbol y el tango, que descubrió su vocación en su juventud y llegó a convertirse en arzobispo en 1998.
Pese a su popularidad, Jorge Bergoglio conserva el espíritu de hombre de barrio que mantenía antes de llegar al Vaticano, al menos eso asegura el legislador porteño Gustavo Vera, amigo del pontífice.
«Sigue siendo el mismo, no se la cree» sostiene Vera, que pasó una semana con él en la residencia de Santa Marta.
Conocido por su sencillez, durante su etapa al frente del Arzobispado de Buenos Aires vivía solo, en un apartamento, en el segundo piso del edificio de la Curia, al lado de la Catedral de Buenos Aires, y acostumbraba a caminar y usar el transporte público para moverse por la ciudad.
Poco amigo de las apariciones en los medios, trataba de mantener un bajo perfil público en Argentina.
Ahora, sin embargo, es probablemente la figura más conocida del mundo y parece acostumbrado a los baños de masas en la Plaza de San Pedro y a ocupar las primeras páginas de los diarios.

Mar Marín / Buenos Aires, 13 mar (EFE).-

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