Familias en duelo enterraron a sus muertos el domingo luego de un terrible atentado con bomba en una escuela de niñas en la capital afgana que mató a 50 personas, muchas de ellas alumnas de entre 11 y 15 años.
El número de heridos en el ataque del sábado ascendió a más de 100, dijo el portavoz del Ministerio del Interior, Tariq Arian. En el barrio occidental de Dasht-e-Barchi, las familias enterraron a sus muertos en medio de airadas recriminaciones contra un gobierno que, según dijeron, no los protegió de los repetidos ataques en el barrio mayoritariamente chiíta musulmán.
“El gobierno reacciona después del incidente, no hace nada antes del incidente”, manifestó Mohammad Baqir, Alizada, de 41 años, que se había reunido para enterrar a su sobrina, Latifa, una estudiante de undécimo grado de la escuela Syed Al-Shahda.
Tres explosiones afuera de la entrada de la escuela se produjeron cuando los estudiantes finalizaban su jornada, dijo Arian. Las explosiones tuvieron como objetivo a la etnia hazara de Afganistán que domina el barrio de Dasht-e-Barchi, donde ocurrieron los atentados. La mayoría de los hazaras son musulmanes chiítas. Los talibanes negaron su responsabilidad y condenaron el ataque y las numerosas muertes.
La primera explosión provino de un vehículo cargado de explosivos, seguido de otros dos, confesó Arian, y agregó que las cifras de víctimas aún podrían aumentar.
En la capital, sacudida por implacables bombardeos, el ataque del sábado fue uno de los peores. Las críticas han aumentado por la falta de seguridad y los crecientes temores de una violencia aún mayor a medida que Estados Unidos y la OTAN completan su retirada militar final de Afganistán.
En la Ciudad del Vaticano, en sus tradicionales comentarios dominicales a los fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco citó el bombardeo. “Oremos por las víctimas del ataque terrorista en Kabul, una acción inhumana que afectó a tantas niñas cuando salían de la escuela”. Él anunció. El pontífice luego agregó: «que Dios le dé la paz a Afganistán».
El área de Dasht-e-Barchi se ha visto afectada por varios incidentes de violencia contra la minoría chiíta y, con mayor frecuencia, reclamados por la filial del Estado Islámico que opera en el país. Nadie ha denunciado aún los atentados del sábado.
En este mismo barrio en 2018, un bombardeo escolar mató a 34 personas, en su mayoría estudiantes. En septiembre de 2018, un club de lucha libre fue atacado matando a 24 personas y en mayo de 2020 un hospital de maternidad fue brutalmente atacado matando a 24 personas, incluidas mujeres embarazadas y bebés. Y en octubre de 2020, el centro de tutoría Kawsar-e-Danish fue atacado y murieron 30 personas.
La mayoría de los ataques fueron reivindicados por la filial del Estado Islámico que opera en Afganistán.
El grupo radical musulmán sunita ha declarado la guerra a los chiítas de Afganistán. Washington culpó al Estado Islámico de un brutal ataque el año pasado en un hospital de maternidad en la misma área que mató a mujeres embarazadas y bebés recién nacidos.
Poco después del atentado, multitudes enojadas atacaron ambulancias e incluso golpearon a los trabajadores de la salud mientras intentaban evacuar a los heridos, dijo el portavoz del Ministerio de Salud, Ghulam Dastigar Nazari. Había implorado a los residentes que cooperaran y permitieran el libre acceso de las ambulancias al lugar.
Arian, el portavoz del Ministerio del Interior, culpó del ataque a los talibanes a pesar de sus negativas.
Mochilas y libros escolares ensangrentados yacían esparcidos fuera de la escuela Syed Al-Shahda. Por la mañana, los niños asisten a clases en el extenso recinto escolar y por la tarde es el turno de las niñas.
El domingo, los líderes hazara de Dasht-e-Barchi se reunieron para expresar su frustración por la incapacidad del gobierno para proteger a la etnia hazara, y decidieron improvisar una fuerza de protección propia entre la comunidad hazara.
La fuerza se desplegaría fuera de las escuelas, mezquitas e instalaciones públicas y cooperaría con las fuerzas de seguridad del gobierno. La intención es complementar las fuerzas locales, afirmó el parlamentario Ghulam Hussein Naseri.
Los participantes de la reunión decidieron que «no hay otra manera, excepto que las personas mismas proporcionen su propia seguridad junto con las fuerzas de seguridad», expuso Naseri, quien agregó que el gobierno debe proporcionar armas a los hazaras locales.