El presidente que sea electo el próximo domingo en Honduras heredará una crisis económica sin precedentes de la Administración de Porfirio Lobo, quien culpa en parte al Gobierno que presidió Manuel Zelaya, derrocado en 2009.
Una deuda interna y externa que globalmente supera los 6.000 millones de dólares, según fuentes privadas, puede resumir la magnitud de la crisis del país centroamericano, que retornó a la democracia en 1980 tras casi dos décadas de regímenes militares, pero la recuperación de la institucionalidad no ha significado desarrollo.
Al contrario, han aumentado la pobreza, el desempleo, la inequidad, la corrupción, la violencia criminal que a diario deja unos 20 muertos, el crimen organizado y el narcotráfico, entre otros flagelos.
«El nivel de endeudamiento público del país será uno de los problemas más serios a los que tendrá que hacerle frente el nuevo Gobierno, con las implicaciones sociales y políticas que esto significa», indicó a Efe una fuente del Foro Social de Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), que prefirió el anonimato.
Añadió que el Gobierno acepta que la deuda pública es de alrededor de 7.300 millones de dólares, que representa en promedio el 42 % del PIB (Producto Interno Bruto); sin embargo el (Fosdeh) advierte que si a esa mora se le suman otras deudas asociadas, podría subir al 65 % del PIB.
Según organismos locales, la pobreza afecta a más del 60 por ciento de los 8,5 millones de habitantes que tiene Honduras, de los que más de un millón son desempleados y otro tanto casi igual son subempleados.
La situación es difícil para el país, que de no crecer económicamente en las proporciones que prevé el Banco Central de Honduras (alrededor del 3 %), «el PIB tampoco crecerá», con el agravante de que se estaría «disparando la relación deuda PIB».
El tema sería uno a tratar por el próximo Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que la Administración de Porfirio Lobo no pudo suscribir este año una carta de intenciones, alegando el presidente que el organismo exigía una devaluación acelerada de la moneda.
Otro tema que preocupa en el país es la corrupción, flagelo con profundas raíces que también ha salpicado a los dos últimos Gobiernos.
«Las finanzas públicas se ven cada vez más comprometidas por los altos niveles de corrupción. El cálculo más optimista es que se lleva el 15 % del Presupuesto General de la República», indicó la fuente del Fosdeh.
El mismo organismo también considera que por ahora no se ve posible que el Gobierno tenga la posibilidad de aplicar nuevos programas de ajuste (impuestos), porque no hay de dónde sacarle más dinero a la población.
Conceptos similares expresó a Efe el exministro hondureño de Finanzas Hugo Noe Pino, quien señaló que no se ven condiciones de gobernabilidad para la aplicación de nuevos impuestos o aumentar los actuales.
«Es una opción para captar ingresos, pero no veo condiciones de gobernabilidad para nuevos impuestos después de tantos ajustes fiscales que se han venido haciendo en los últimos 25 años», agregó.
Pino considera que globalmente la deuda interna y externa de Honduras estaría llegando al cerrar este año a unos 8.000 millones de dólares.
La deuda interna que heredó del pasado Gobierno, según el presidente Lobo, fue de 35.000 millones de lempiras (unos 1.707 millones de dólares), por cuyo servicio se han venido pagando cada año 5.000 millones de lempiras (unos 244 millones de dólares).
Las autoridades de Finanzas de Honduras aseguran que cuando asumió Lobo la deuda interna había crecido en un 400 %, ya que pasó de 6.000 millones a 24.000 millones de lempiras (de 292,6 a 1.170 millones de dólares).
Además, se encontraron dos préstamos que el gobierno anterior había recibido del Banco Central de Honduras, que elevaron la deuda a los 35.000 millones de lempiras señalados por el Lobo, indicó a Efe una fuente cercana al Ejecutivo.
«En la actualidad ese saldo se ha duplicado debido al efecto bola de nieve y el monto de la deuda interna es de 70.000 millones de lempiras (3.414 millones de dólares)», añadió el informante, quien solicitó la reserva de su nombre.
La crisis económica, el desempleo y subempleo que afecta a unos dos millones de hondureños, la violencia criminal, la corrupción y problemas en materia de educación y salud son algunos de los muchos retos que enfrentará el sucesor de Lobo.
En las elecciones del domingo en Honduras, donde no hay segunda vuelta, participarán, por primera vez, nueve partidos políticos, cuatro de ellos surgidos tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 al entonces presidente Zelaya.
Tegucigalpa, 21 nov (EFE).-