Bruce Willis se reencuentra con John McClane en la quinta entrega de la saga «Die Hard», que llega a los cines este fin de semana cargada de explosiones y situaciones imposibles que salva el veterano policía neoyorquino sin apenas magullarse mientras ayuda a su hijo a parar los pies a la mafia rusa.
«A Good Day to Die Hard» recupera a ese icónico personaje de acción que con la madurez se muestra más calmado y menos expresivo, hasta el punto de resultar insensible al peligro al que parece haberse acostumbrado tras cuatro filmes al borde de la muerte acosado por terroristas.
En esta ocasión, McClane viaja hasta Moscú para intentar rescatar a su hijo Jack (Jai Courtney), con el que ha perdido el contacto, de una vida en prisión, para descubrir que todo forma parte de un plan en una operación de espionaje.
La trama escala hasta dimensiones nucleares e incluye una larguísima persecución en la que se destrozan decenas de coches que bien podría ser de récord Guinness y en la que el protagonista es atropellado y sufre varios accidentes de los que sale sin inmutarse.
«Mi personaje siempre piensa que sabe lo que está haciendo aunque comete errores, tiene sentido del humor y algunas veces se deja llevar un poco por su temperamento», comentó Willis en una entrevista con Efe, confiado en que continuará el idilio de McClane con el público.
«Creo que la gente tiene buenas sensaciones sobre estos filmes, son una divertida pieza de entretenimiento», explicó el actor que confesó su admiración por el tenista español Rafael Nadal.
La última entrega de la franquicia, «Live Free or Die Hard» (2007) recaudó casi 400 millones de dólares en todo el mundo, algo más de 350 «Die Hard with a Vengeance» (1995) y 240 millones la segunda parte, «Die Hard 2: Die Harder» (1990).
La cinta original, «Die Hard», en la que McClane se ve atrapado en el Nakatomi Plaza -rascacielos de Los Ángeles llamado realmente Fox Plaza- y se enfrenta en solitario contra unos terroristas que tienen presa a su mujer, se coronó como un éxito de taquilla gracias a los 140 millones de dólares que consiguió en 1988.
En «A Good Day to Die Hard», dirigida por John Moore («Behind Enemy Lines»), vuelve a estar presente el componente personal en la historia, un rasgo recurrente en esta saga que gira en torno al «carisma de Bruce Willis», tal y como recuerda la actriz rusa Yulia Snigir, que debuta en Hollywood.
«Me gusta que trata sobre relaciones humanas todo el tiempo», indicó la modelo publicitaria que a los 15 años era reconocida ya en su país por su talento para el ajedrez y que aspira a huir del estereotipo de rusa guapa en la meca del cine.
«No es mi ambición ser la chica sexy. Si veo que todos los guiones que me llegan tienen que ver con ser mala y sexy, no me interesa. Me interesan las buenas historias, dramáticas y personajes auténticos», declaró.
Snigir admitió haber tenido su pelea con el inglés durante el rodaje, lo mismo que Jai Courtney aunque en su caso con el ruso.
«La experiencia fue maravillosa, bastante surrealista para mí siendo la saga tan icónica», manifestó el actor australiano que trató de «absorber» todo lo posible de la forma de trabajar de Willis.
Courtney es una de las nuevas caras del género de acción en Hollywood donde ha hecho la serie «Spartacus» y recientemente se le pudo ver junto a Tom Cruise en «Jack Reacher».
«La idea de fama es algo totalmente ajeno a mí, no acabo de asumir que pueda ser alguien conocido después de esto, pero es algo que viene con el territorio», dijo.
«A Good Day to Die Hard» fue rodada en Budapest (Hungría) y contó en su reparto con el alemán Sebastian Koch («The Lives of Others»), el serbio Rasha Bukvic («Taken») y el estadounidense Cole Hauser («2 Fast 2 Furious»). Fernando Mexía (EFE).-