Frases como «hemos venido a este mundo a sufrir» y «es normal que duela» no son un consuelo para millones de latinoamericanos aquejados de dolores crónicos, pero es lo que más reciben debido a un déficit en el tratamiento del dolor.
Que la región no está manejando adecuadamente el tratamiento del dolor lo dicen los indicadores y especialistas como los de la empresa farmacéutica alemana Grünenthal, que hace cinco años puso en marcha en América Latina un plan de educación continuada sin fines comerciales con el propósito de ayudar a cambiar esa situación.
En América Latina el consumo de opiáceos para el dolor es de 2 a 15 microgramos per capita, mientras que en Estados Unidos, que está en el lado opuesto de la balanza, la cifra es 700 microgramos.
En el medio están los 300-400 microgramos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicen a Efe Oscar Ferenczi, director ejecutivo de Grunenthal LatAm, y Kum Yoo, jefe de Asuntos Médicos de esa división regional, en Miami.
Las razones de este retraso en un aspecto de la salud tan importante son culturales, económicas y de otro tipo, agregan Ferenczi y Kum, para subrayar que lo importante es que si bien el cáncer o la lumbalgia crónica duelen sin distinción de nacionalidades, los pacientes de América Latina no tienen la misma calidad de vida que los de otras zonas.
La «opiofobia» y la «opioignorancia», dicen, son en parte las culpables de que los dolientes en Latinoamérica no tengan todo el alivio que podrían tener.
El plan de educación «Change Pain» (literalmente cambiar el dolor), una plataforma online con distintos módulos a la que pueden acceder gratuitamente médicos y enfermeras, se está transformando en un «movimiento», dice Kum.
Ferenczi agrega que ese movimiento puede ser el catalizador para que otros países de la región sigan el ejemplo de México, único país latinoamericano con una ley íntegramente centrada en los cuidados paliativos que garantiza a determinados enfermos el acceso a los medicamentos que ayudan a controlar el dolor.
Grünenthal, que entró en América Latina en 1968 por la puerta de Perú y hoy está presente con su nombre en todos los países salvo Argentina, donde está representada por una empresa local, ha ido introduciendo el plan educativo entre el estamento médico.
A partir de ahí, varias universidades, públicas y privadas, se han interesado por «Change Pain» y hoy hay miles de estudiantes de medicina que ya lo han incorporado a su curricula.
Por ejemplo, la Universidad Federal de San Carlos (UFSCar), en Sao Paulo (Brasil), adoptó el pasado octubre «Change Pain» como formación académica obligatoria para estudiantes de ortopedia.
Para los que buscan obtener el graduado en Medicina es una enseñanza facultativa.
«Hoy los alumnos de veterinaria tienen más clases sobre el tratamiento del dolor que los de medicina. Necesitamos capacitar a los médicos para cambiar el escenario actual en Brasil», dice Rodrigo Reiff, profesor adjunto de medicina de la UFSCar, en un documento de presentación de Change Pain.
La Universidad Latina y la Universidad Nacional de Panamá, la Universidad de Cartagena (Colombia) y la Universidad San Cayetano de Lima (Perú) también están conectadas a la plataforma.
Los 18 módulos del programa cubren temas como el tratamiento multimodal del dolor crónico, tratamiento orientado según su mecanismo, lumbalgia crónica, dolor neuropático, cronificación del dolor, dolor crónico del adulto mayor, dolor oncológico, dolor agudo postoperatorio y optimización del uso de opioides, su manejo y evaluación de los efectos adversos.
Según datos de la OMS, el dolor y su tratamiento incorrecto son unas de las principales causas de pérdida de calidad de vida, sin embargo, en América Latina el uso de opioides para tratar el dolor moderado y severo está en niveles muy por debajo de los recomendados.
Esto tiene un impacto negativo tanto en la salud física y mental del paciente como en sus cuidadores y eventualmente en la economía del país, ya que se estima que los pacientes que sufren de dolor pierden hasta un 20 % más de días laborales que la población en general.
En el mundo hay cada vez más personas que sufren dolor permanentemente, es lo que se conoce como una «epidemia silenciosa», aunque paradójicamente el dolor les haga gritar.
Se calcula que la prevalencia del dolor crónico (más de tres meses) está entre el 15 y el 30 % de la población adulta, dicen Ferenczi y Kum.
Grünenthal, una empresa internacional, familiar y enfocada a la investigación y desarrollo, está presente en 32 países del mundo, sus productos se venden en 155 naciones, cuenta con 5.300 empleados y en 2015 tuvo ingresos por 1.200 millones de euros.
En América Latina, donde es líder en los segmentos de dolor, salud femenina (anticonceptivos principalmente) y sistema nervioso central, se ha planteado como reto afectar la vida de 660 millones de latinoamericanos en 2020.
Ana Mengotti
Miami (EE.UU.), 19 nov (EFE).-