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El Golfo de México 4 años después del vertido, fauna afectada y mucha inversión

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Visitantes toman el sol en la playa de Pensacola en Florida (Estados Unidos). EFE/Archivo
Visitantes toman el sol en la playa de Pensacola en Florida (Estados Unidos). EFE/Archivo

– Cuatro años después del vertido de crudo sin precedentes en el Golfo de México, las costas del sur de Estados Unidos se han recuperado mediante miles de millones de dólares invertidos, pero todavía arrastran efectos sociales y secuelas especialmente en la fauna.

La catástrofe medioambiental, considerada el mayor vertido de petróleo de la historia, se inició con la explosión y el hundimiento, el 20 de abril de 2010, de una plataforma petrolífera de la compañía BP, llamada «Deepwater Horizon», en la que murieron once trabajadores.
La malograda plataforma derramó durante 87 días hasta 757 millones de litros de crudo, según datos oficiales, y la costa más afectada fue la de los estados de Luisiana, Misisipí, Alabama, Florida y Texas.
La petrolera británica BP, para la que el vertido ha sido uno de los mayores varapalos de su historia, explicó esta semana que ha invertido en estos cuatro años un total de 14.000 millones de dólares.
Mediante esa inversión, la compañía dice haber limpiado más de 1.200 kilómetros de costa, generado unos 70 millones de horas de trabajo y promovido tanto proyectos de limpieza como de restauración medioambiental.
«Aunque la limpieza ya ha terminado, mantendremos recursos en la zona para responder rápidamente si se identifica petróleo y requiere ser extraído», garantizó en un comunicado la vicepresidenta ejecutiva de BP en materia medioambiental, Laura Folse.
Sin embargo, la Guardia Costera de los Estados Unidos aseguró estos días, coincidiendo con el cuarto aniversario de la tragedia, que las operaciones de recuperación no se dan por terminadas y que mantiene a personal y equipos para seguir limpiando.
El científico Christopher Reddy hizo su última expedición a la zona hace tres semanas y, como experto en contaminación marina, ha realizado gran parte de sus investigaciones de los últimos años en el Golfo de México, que ha analizado por tierra, mar y aire.
Reddy, que trabaja para la institución Woods Hole Oceanographic, admite que quedan restos en puntos específicos del Golfo, como depósitos de crudo o fuel mezclado con arena, pero habla de una recuperación progresiva durante estos cuatro años.
«La clave ahora es que cuando uno se pasea por las playas, ya no detecta que hubo allí un vertido, y por lo que se refiere a la pesca, la fauna es completamente segura para ser consumida», explica a Efe.
Otros investigadores son más críticos con la situación y advierten de que los efectos en la fauna de algunas zonas del Golfo todavía son preocupantes.
El organismo National Wildlife Federation, en un informe publicado este mes, habla de catorce especies afectadas por el vertido de fuel y de consecuencias todavía muy palpables, que pueden perdurar años e incluso décadas.
«Una cantidad inconcreta de petróleo sigue en el fondo del Golfo», dice por correo electrónico a Efe Lacey McCormick, una de las autoras del informe. «El año pasado unos 5 millones de libras (2,27 millones de kilos) de chapapote fueron encontrados en las costas de Luisiana».
En concreto, los científicos apuntan que hasta 900 delfines mulares fueron encontrados embarrancados o muertos durante estos cuatro años y alertan de que, todavía en 2013, el volumen de cadáveres hallados de esta especie de mamíferos triplicaba los niveles habituales.
Según el informe de dieciocho páginas, los delfines también arrastran daños pulmonares inusuales y problemas en el sistema inmunológico, pero no son la única especie con dificultades en el Golfo de México.
Explican que se han encontrado unas 500 tortugas marinas muertas al año desde la explosión, detectado ritmos cardíacos irregulares en algunos tipos de atún, hallado afectaciones genéticas en los cachalotes y la reproducción de las ostras se ha visto parcialmente afectada.
La tragedia medioambiental también dejó un rastro en los habitantes de las zonas afectadas, no sólo por la muerte de once trabajadores en la explosión, sino por los efectos de los gases en la salud y la destrucción de puestos de empleo en localidades donde el petróleo, la pesca y el turismo eran esenciales.
La cineasta Margaret Brown acabó recientemente el primer documental sobre la tragedia, «The Great Invisible» (El gran invisible), después de hablar con supervivientes de la explosión, familiares de las víctimas y pescadores.
La directora ve «totalmente afectado» el sector de la ostra y el marisco, y cita casos de desempleados, de negocios fallidos y de reducción de jornadas de trabajo.
Y aunque durante el rodaje en su tierra natal encontró muchos casos de solidaridad vecinal, también detectó que no todos los habitantes supieron reclamar indemnizaciones a la multinacional BP.
«Es muy duro para la comunidad que alguna gente consiguiera el dinero de BP y otros, con el mismo negocio, no», explica a Efe.
El trabajo coordinado en la zona de científicos de la multinacional BP, de las autoridades federales y de organizaciones medioambientales hace pensar a quienes han estado en el área que la parte estadounidense del Golfo de México está mucho más preparada para afrontar una tragedia similar.

Damià Bonmatí/Austin (EE.UU.), 26 abr (EFE).

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