El combate contra la desigualdad social en EE.UU. vuelve a ser protagonista en la arena política cuando se cumple medio siglo del discurso con el que el presidente Lyndon B. Johnson declaró la «Guerra a la pobreza», una batalla que hoy se disputan demócratas y republicanos.
El presidente estadounidense, Barack Obama, que defiende con ahínco sus programas sociales ante la férrea oposición republicana, no quiere desaprovechar la ocasión del simbólico aniversario, por lo que este jueves anunciará un paquete de cinco medidas para la reactivación económica y social llamadas «Zonas Promesa».
Obama anunció esta iniciativa por primera vez durante el discurso sobre el Estado de la Unión del año pasado, como una manera de colaborar con las comunidades locales y las empresas para «crear puestos de trabajo, aumentar la seguridad económica, ampliar el acceso a las oportunidades educativas y de vivienda asequible, y mejorar la seguridad pública».
Según la Casa Blanca, el plan forma parte del objetivo del presidente de luchar contra la pobreza infantil y de dar a todos los niños estadounidenses «una oportunidad justa de éxito» en la primera potencia mundial.
Las primeras cinco «Zonas Promesa» estarán ubicadas en San Antonio (Texas), Filadelfia (Pensilvania), Los Ángeles (California), el sureste de Kentucky y Oklahoma.
La iniciativa de Obama llega 50 años después de que otro presidente demócrata, Johnson, anunciara una lucha sin cuartel para acabar con la pobreza en el país durante su primer discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso, que pronunció dos meses después de haber reemplazado en el cargo al asesinado John F. Kennedy.
Con motivo del cincuenta aniversario de este histórico discurso, la Casa Blanca publicó ayer un extenso informe de 53 páginas en el que destaca el papel que ha tenido el gobierno en este medio siglo para combatir la pobreza.
El documento, elaborado por el Comité de Consejeros Económicos de la Casa Blanca (CEA), indica que la pobreza en EE.UU. cayó del 26 % de 1967 al 16 % en 2012.
No obstante, el Gobierno estadounidense admitió que «es necesario trabajar más» para ayudar a los 49,7 millones de estadounidenses que viven por debajo del umbral de la pobreza, entre ellos 13,4 millones de niños.
El plan de Johnson incluyó 15 programas sociales, creados entre 1964 y 1968, que sus sucesores, tanto demócratas como republicanos, han querido consolidar o reformar.
En este inicio de un 2014 electoral, con la vista puesta en las legislativas de noviembre y también en las presidenciales de 2016, ambos partidos han hecho del debate sobre la pobreza un eje de su batalla política, aunque desde dos puntos de vista antagónicos.
Los demócratas, con Obama a la cabeza, defienden que la desigualdad en EE.UU. debe atajarse con programas y ayudas sociales, por eso abogan por la renovación de los subsidios de desempleo y el aumento del salario mínimo.
Sin embargo, los republicanos discrepan.
El senador por Florida Marco Rubio, uno de los potenciales candidatos del Partido Republicano a la nominación para las presidenciales de 2016, reivindicó este miércoles el matrimonio y la movilidad económica como vías para acabar con la pobreza en EE.UU.
«Mi mayor preocupación es que los programas que tenemos contra la pobreza ayudan a aliviar el dolor de la pobreza, pero no hacemos lo suficiente para ayudar a las personas a superar las causas de la misma, las cosas que no les permiten salir adelante», dijo el legislador.
Según explicó el senador cubano-americano, hace 50 años, cuando Johnson lanzó su programa, el 93 por ciento de los niños nacidos en Estados Unidos nacían de parejas casadas. En 2010, comparó, el número descendió hasta el 60 por ciento.
«No debe ser una sorpresa que el 71 por ciento de las familias pobres con hijos son familias que no están formadas por una pareja casada», consideró.
En este contexto, y con el Congreso más dividido de la historia, republicanos y demócratas han vuelto a situar el combate contra la pobreza al centro del debate político, el lugar donde Johnson lo colocó un 8 de enero de hace hoy cincuenta años.
Cristina García Casado / Washington, 8 ene (EFE).-