«Amo luego existo». El amor, el tema eterno, mañana celebra su día para el calendario de festividades comerciales, pero el amor, es uno de los temas centrales, si no el central, con sus variantes, para filósofos, escritores y poetas.
Desde Platón, san Agustín, el misticismo de San Juan de la Cruz, la pasión de Abelardo y Eloisa, Spinoza, María Zambrano, Octavio Paz, Jean Paul Satre, Hanna Arendt, Salinas, Manuel Cruz, y una larga lista de pensadores y escritores han reflexionado y sentido sobre cómo amar y ser amados, sobre el deseo y el poder de la carne.
El erotismo, el amor como revelación, el amor como algo muy vivo y presente, a veces de forma desigual en la cultura desde el orígenes de los tiempos, es el tema del que trata «Amo luego existo», del filósofo Manuel Cruz, un libro con el que el autor obtuvo el premio Espasa.
Para Cruz, a diferencia de otras épocas, en la actual los amantes son seres «disfuncionales» al sistema, «que rechinan» en la sociedad: «el enamorado tiene suficiente con su amor», decía en una una entrevista con Efe.
En su opinión, la lógica del discurso amoroso en la sociedad actual está llena de contradicciones, porque a la vez que se ha idealizado el prototipo de pareja ideal, a cuyos integrantes se les exige «que sean buenos compañeros, interlocutores, amigos y amantes excepcionales», cada vez el tipo de inversión afectiva y personal que se está dispuesto a realizar es menor.
Esa contradicción lleva, según el autor de «Amo, luego existo» al origen «de esta especie de sensación de frustración permanente», aunque reconoce que, por otro lado, es verdad que el tipo de satisfacción profunda que proporciona el amor «no parece que haya encontrado ningún sustituto».
«Amor de muchos días» (Lumen) es también otro título que acaba de salir y que recoge la tradición poética de Occidente en el tema amoroso a lo largo del siglo XX, pero centrándose en el día a día de las relaciones de pareja.
Una antología en la que el lector encontrará desde el único poema feliz que escribió T.S. Eliot, la meditación en torno al matrimonio laico de W.H. Auden, a Marina Tsvetáieva, Ted Hughes, Gil de Biedma o la celebración conyugal de Luis Izquierdo.
Cuando Jaime Gil de Biedma decía que «no es lo mismo escribir poemas de amor que sobre la experiencia amorosa» y esa es la idea central de esta antología, según Andrea Jaume, editor del libro.
«La relación que la humanidad ha mantenido con la idea ha variado, por supuesto, considerablemente a lo largo de los siglos y las sociedades. En Grecia, el amor era todavía una fuerza temible que lo devastaba todo como un huracán. Y así fue hasta que los trovadores, como decía W.H. Auden, se les ocurrió la idea de convertir una experiencia mística en un culto social», escribe Andrea Jaume en el prólogo del libro.
«A quien debo el sobresaltado goce/que acelera mis sentidos en nuestro despertar/y el ritmo que gobierna nuestro sueño, la respiración al unísono…» escribe T.S.Eliot a su mujer.
«Que esta redonda O de fidelidad que juramos/nunca se marchita en una vacía nada/ni se petrifique en una plaza, meros hábitos de afecto refresquen nuestra mente/en su inerte sociedad, para que nos burlemos/ la virtud con su parodia piadosa/y demos nuestro amor por sentado, Amor, permite que las tentaciones siempre lo pongan en peligro», escribe W.H.Auden.
Y la claridad dolorosa de Marina Tsvetáieva espeta: «¿Cómo te va la vida con otra?/ Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo. ¿Cuándo-¿pronto?- por un puente seguro/se alejó de ti el recuerdo…».
Para María Zambrano el amor se agota cuando se entrega y para Jean Paul Sartre el amor es una pasión inútil porque cada persona es un ser libro y el otro es un obstáculo. Ideas, palabras, teorías; pero en realidad -ilusión o no como diría Freud-, el amor hay que vivirlo, como apunta Ortega y Gasset: «Los hombres más capaces de pensar sobre el amor son los que menos lo han vivido; y los que lo han vivido son capaces de meditar sobre él».
Por Carmen Sigüenza./Madrid, 13 feb (EFE).-