El 8 de noviembre comienza el 18 Congreso del Partido Comunista Chino, en el que tendrá lugar el primer cambio generacional en la cúpula del gobierno y del partido en diez años. Entonces, la «quinta generación de líderes» asumirá el mando bajo el actual vicepresidente Xi Jinping, de 59 años.
Pese al ascenso de China como segunda potencia económica del mundo, el balance decepciona: «Una década de estancamiento o de marcha atrás», asegura el escritor y comentarista Zhang Lifan a dpa. «La mayoría no se benefició del desarrollo económico, que disfrutó sólo una minoría», señala sobre la creciente brecha entre pobres y ricos. «La reforma política se estancó y en el sistema legal hubo retrocesos». Hu Jintao fue saliendo adelante, pero sin arreglar la situación. «Y ahora entregará a la próxima cúpula una bomba de tiempo», asegura.
También el jefe de gobierno, Wen Jiabo, que dejará su cargo en marzo, ha decepcionado a muchos. «El abuelo Wen» se mostraba humilde y cercano al pueblo, pero según una información del «New York Times», su familia y su entorno acumularon riqueza de miles de millones de dólares durante su mandato. Su defensa de reformas políticas despertó las esperanzas, pero no cumplió sus promesas. Y para muchos, el jefe de gobierno de 70 años pasará a la historia como «el mejor actor de China».
«Hu Jintao fue un fracaso», dijo también el profesor Zhang Jian de la Universidad de Pekín. «No ha hecho nada». En la segunda mitad de su mandato no le quedaba sin embargo mucho margen. La crisis financiera global de 2008 también afectó a China, donde un gigante programa de gastos para impulsar el crecimiento resultó fallido.
El sector estatal se benefició, pero la economía privada quedó debilitada e impulsó la inflación. El país ha iniciado el camino hacia una «oligarquía dirigida por el partido». «El alabado modelo chino se ha convertido en la última década en un sistema de capitalismo autoritario que está en peligro de autodiluirse y de llevarse consigo al mundo», advierten los espertos.