Washington, 17 dic (EFE).- EE.UU. y Cuba anunciaron hoy, en el primer aniversario del inicio del acercamiento bilateral, un acuerdo para restablecer los vuelos regulares directos, pero persisten diferencias sobre inmigración, derechos humanos o el embargo, cuya eliminación volvió a pedir al Congreso el presidente Barack Obama.
El embargo económico impuesto a la isla hace más de medio siglo es «el legado de una política fallida», sostuvo Obama en un comunicado en el que dijo que el Congreso estadounidense «puede apoyar una vida mejor para los cubanos» con el levantamiento de esa medida.
Según Obama, el «cambio» en Cuba no ocurrirá «de la noche a la mañana» y la normalización completa de las relaciones «será un largo viaje».
Un paso clave hacia esa normalización será el restablecimiento de los vuelos regulares directos entre los dos países, suspendidos desde hace décadas, gracias al acuerdo al respecto anunciado hoy por ambos Gobiernos.
Ese acuerdo, cerrado el miércoles por la noche en Washington, permitirá continuar con las operaciones de compañías chárter ya existentes y «establecer servicios aéreos regulares», lo que «facilitará un aumento de los viajes autorizados» de estadounidenses a la isla y promoverá «los vínculos pueblo a pueblo entre los dos países», según el Departamento de Estado.
No obstante, el Departamento de Estado recordó que «la ley estadounidense sigue prohibiendo los viajes a Cuba para actividades turísticas».
Todavía pasarán varios meses hasta que las aerolíneas estadounidenses puedan empezar a vender billetes para volar a Cuba y tampoco será inmediato el restablecimiento del servicio postal directo, acordado hace una semana y que comenzará a través de un plan piloto de transporte de correo y paquetería.
Obama repasó hoy esos «importantes pasos» que se han dado en el último año para normalizar las relaciones, entre ellos el restablecimiento de los lazos diplomáticos con la reapertura de las embajadas en Washington y La Habana, facilitar más viajes y comercio con Cuba, y «conectar a más estadounidenses y cubanos».
Además, a juicio del mandatario, gracias al giro en la política hacia Cuba, Estados Unidos está «en una posición más fuerte» para relacionarse «con los pueblos y gobiernos» de todo el continente.
«Seguimos teniendo diferencias con el gobierno cubano, pero las planteamos directamente, y siempre defenderemos los derechos humanos y los valores universales que apoyamos en todo el mundo», subrayó.
Entre los temas más complicados aún por resolver figura el de las compensaciones económicas mutuas, por los bienes nacionalizados a estadounidenses tras el triunfo de la Revolución y por los daños derivados del embargo económico que reclama la isla.
Además, mientras miles de cubanos están varados en Centroamérica en su intento de llegar a EE.UU., La Habana ha urgido a Washington a que ponga fin a su ley de «Ajuste Cubano», vigente desde 1966 y que, junto con la medida de «pies secos/pies mojados», permite quedarse en territorio estadounidense a los cubanos que pisan el país.
Pero el Gobierno de Obama, como repitió este martes un alto funcionario del Departamento de Estado, «no planea alterar» su política migratoria hacia Cuba y seguirá alentando a los cubanos a usar los caminos disponibles para emigrar de forma «legal» a EE.UU.
En cuanto al embargo, aunque Obama ha tomado medidas ejecutivas para flexibilizar los viajes y algunas transacciones comerciales, su levantamiento completo depende del Congreso de EE.UU., controlado hoy en su totalidad por los republicanos, que se oponen mayoritariamente a su eliminación.
En opinión de Jeffrey DeLaurentis, encargado de negocios de la embajada de EE.UU. en La Habana, «se podría hacer más por la parte cubana para aprovechar las nuevas aperturas» anunciadas en el último año, algo que, además, contribuiría a allanar el camino para una visita de Obama a la isla en 2016.
Mientras, los miembros del Congreso de EE.UU. que, como los senadores Patrick Leahy (demócrata) y Jeff Flake (republicano), apoyan el acercamiento de Cuba creen que el presidente puede tomar más medidas ejecutivas para seguir ampliando los viajes y el intercambio económico con la isla.
Por su parte, la mayoría de los aspirantes presidenciales republicanos se oponen a la política de Obama hacia Cuba y hoy volvieron a hacerse oír.
El exgobernador de Florida Jeb Bush comentó en la red social Twitter que hace un año Obama «capituló» ante Raúl Castro y que Cuba «permanece déspota y corrupta».
Y para el senador Marco Rubio, de origen cubano, la «debilidad» de Obama en las negociaciones con el régimen de Castro ha hecho que EEUU «nunca haya estado más cerca de los tiranos que gobiernan la isla o más alejado de la población cubana que trabaja incansablemente para construir un futuro libre y democrático».
Miriam Burgués