Estados Unidos condenó hoy los actos de violencia en Egipto como un «grave golpe» a los esfuerzos de reconciliación en el país y urgió a levantar el estado de emergencia «lo antes posible», ante la preocupación de que se use para sustentar nuevos arrestos arbitrarios de manifestantes.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, compareció ante la prensa para expresar su «rotunda condena a la violencia» que ha dejado al menos 235 muertos y 2.000 heridos en todo el país, horas después de que la Casa Blanca hiciera lo mismo.
«Los acontecimientos de hoy son deplorables y van en contra de las aspiraciones egipcias de paz, inclusión y democracia genuina. Los egipcios de dentro y fuera del Gobierno deben dar un paso atrás, calmar los ánimos y evitar que se pierdan más vidas», indicó Kerry.
La aparición sorpresa de Kerry subrayó la importancia que Estados Unidos da a la estabilización de Egipto, un actor clave para sus intereses en el norte de África y Oriente Próximo que vive una profunda crisis política y social desde el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi el pasado 3 de julio.
Lo ocurrido hoy es «un grave golpe a la reconciliación» en el país, y Estados Unidos «sigue dispuesto a trabajar con todas las partes y con sus aliados en todo el mundo para encontrar un camino democrático y pacífico» para el país, destacó Kerry.
El jefe de la diplomacia estadounidense instó a todos los sectores del país a trabajar hacia una solución política, si bien consideró que «el Gobierno interino y los militares tienen una responsabilidad única de prevenir más violencia», dado que «juntos suman la mayor parte del poder en esta confrontación».
Por eso les instó a «reformar la Constitución y mantener elecciones presidenciales y parlamentarias», además de levantar el estado de emergencia que el Gobierno interino declaró hoy durante un mes, con el fin de evitar que se extienda la violencia.
«Estados Unidos se opone rotundamente a la vuelta a un estado de emergencia y urgimos al Gobierno egipcio a respetar los derechos humanos básicos, incluida la libertad de asamblea pacífica y el debido proceso bajo la ley. Creemos que el estado de emergencia debe acabar lo antes posible», destacó Kerry.
Egipto mantuvo un estado de emergencia durante tres décadas, entre 1981 y 2012, y Mursi volvió a recurrir temporalmente durante su mandato a esa medida de excepción, que permite a la policía militar detener a civiles.
El Gobierno de EE.UU. considera que Mursi usó la medida «para arrestar a ciudadanos y detenerles sin presentar cargos criminales», y teme que se repita esa situación, por lo que insta a «referir los civiles arrestados a tribunales civiles», explicó a periodistas la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki.
Ni Kerry ni el portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest, que condenó la violencia y urgió a la calma en un comunicado, hablaron de posibles consecuencias o represalias ante la situación.
La cautela y los cálculos políticos han caracterizado la respuesta de Estados Unidos al derrocamiento de Mursi, que estuvo seguida por más de tres semanas de reflexión sobre si calificar o no lo sucedido como un «golpe», algo que habría forzado a suspender la entrega de unos 1.500 millones de dólares en ayuda al país.
Finalmente, el Departamento de Estado anunció el 26 de julio que no tomaría ninguna decisión al respecto, al considerar que no beneficiaría al «interés nacional» de EE.UU. cancelar su ayuda al país, destinada en buena parte a fortalecer la frontera con Israel.
No obstante, esa decisión «no significó que se dejara de evaluar» la situación, y a la luz de los nuevos sucesos Estados Unidos «revisará las implicaciones para su relación con Egipto, lo que incluye la ayuda», según aseguró hoy Psaki.
El Pentágono tomó en julio la única medida clara hacia Egipto al retrasar indefinidamente el envío de cuatro cazas F-16, y según informa hoy el diario The Wall Street Journal en su edición digital, está considerando ahora cancelar los ejercicios militares conjuntos con el país.
Kerry telefoneó anoche a la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y hoy habló con los ministros de Exteriores de Egipto, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, además de con el exvicepresidente de Egipto, Mohamed el Baradei, poco después de su dimisión en el cargo.
Por su parte, el senador republicano Lindsey Graham, que visitó la semana pasada Egipto junto a su compañero John McCain, advirtió en un comunicado que el país «puede estar en camino de convertirse en un Estado fallido».
Lucía Leal/Washington, 14 ago (EFE).-