El argentino Paulo Dybala no celebró este sábado el gol que abrió el partido del Juventus contra el Udinese y envió una mirada fría y seria hacia la grada de honor del Allianz Stadium, en medio de las polémicas por su renovación de contrato, que expira el próximo junio.
Dybala rompió la igualdad en el choque contra el Udinese con un elegante control y un potente zurdazo a los 19 minutos de la cita correspondiente a la vigésima segunda jornada de la Serie A, la primera después de la Supercopa perdida contra el Inter de Milán el pasado miércoles.
El argentino no celebró ni sonrió, se alejó de los compañeros que corrieron a abrazarle y miró hacia la grada de honor, en la que estaba sentado el vicepresidente del Juventus, el checo Pavel Nedved.
Su gesto se produjo después de tres días de grandes polémicas y especulaciones sobre su futuro, comenzadas tras su gris prestación en la Supercopa italiana perdida ante el Inter y las declaraciones del directivo juventino Maurizio Arrivabene.
«Habíamos dicho que nos veríamos con los jugadores en febrero para ver los resultados conseguidos. Cada uno tiene que ganarse su sitio y demostrar su valor. Cada uno tiene que hacer su trabajo, de los jugadores a los directivos, y se le juzga por lo que hace», dijo Arrivabene antes de la Supercopa.
Estas declaraciones, unidas a la actuación gris de Dybala ante el Inter, tuvo mucho revuelo en la prensa italiana y algunos diarios deportivos, como «La Gazzetta dello Sport», informaron de un posible interés del propio Inter.