El satélite GAIA, el telescopio más complejo de la historia de Europa, despegó hoy con éxito desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa, a bordo de una lanzadera rusa Soyuz.
Ese satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha tardado 20 años en desarrollarse gracias a un presupuesto de unos 1.000 millones de euros, elaborará un censo de unas 1.000 millones de estrellas y un catálogo en tres dimensiones de la Vía Láctea que ayudarán a comprender el origen y la evolución de nuestra galaxia.
El Soyuz ruso que transporta el GAIA despegó a las 09.12 GMT, dibujando una densa estela sobre el despejado amanecer de Kurú a medida que se iban encendiendo las diferentes fases del cohete.
Transcurridos 41 minutos y 59 segundos desde el despegue, los científicos dieron por concluida la misión de lanzamiento entre aplausos, abrazos y expresiones de alivio.
Pero la sensación del trabajo terminado llegará un par de horas después, cuando GAIA despliegue su parasol de 10,4 metros de diámetro, de fabricación española, para garantizar unas condiciones de observación óptimas a una temperatura estable y baja (-170 grados centígrados) en las que operará el satélite, de algo más de 2 toneladas de peso.
El telescopio continuará su viaje de cerca de un mes hasta una órbita situada a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra y ubicada en uno de los llamados puntos de Lagrange, que proporciona un emplazamiento estable e idóneo para las observaciones que efectuará el satélite.
Allí GAIA comenzará a escudriñar la galaxia con dos telescopios con un plano focal combinado, diez espejos redondeados, un fotómetro, un espectrómetro y un astrómetro que le conceden una precisión que le permitiría ver nítidamente desde la Luna un escarabajo que caminase por la Tierra.
Esa tecnología, basada en carbono de silicio, se empleará para cartografiar la Vía Láctea en tres dimensiones y elaborar un censo de unas mil millones de estrellas, el uno por ciento de las que pueblan nuestra galaxia, observando alrededor de setenta veces cada astro durante cinco años de vida útil.
De esa forma, el satélite podrá determinar sus brillos, velocidades y posiciones, incluyendo la distancia que las separa de la Tierra, un cálculo imposible de realizar con precisión desde la superficie del globo.
Además, los científicos esperan que el satélite descubra otros miles de objetos celestes, como planetas de fuera del sistema solar, estrellas fallidas (enanas marrones) y asteroides.
Sus mediciones servirán también para llevar a cabo nuevas verificaciones de la teoría de la relatividad general, enunciada por Albert Einstein hace más de un siglo, pues las fotografías enviadas por el satélite se «curvarán» por el efecto de la gravedad.
Dentro de unos cuatro meses, superadas todas las adaptaciones técnicas, el GAIA empezará a enviar información válida a la Tierra, que será recuperada por las ‘radioantenas’ de 35 metros de diámetro de Cebreros (España) y New Norcia (Australia) y procesada por computadoras capaces de realizar 6 billones de operaciones por segundo.
El procesado de información es colosal porque los datos que enviará el satélite equivaldrían a 2.000 años seguidos escuchando música o la información que puede almacenarse en unos 250.000 DVD.
La primera versión de su catálogo celestial estará disponible dentro de dos años, pero habrá que esperar cerca de una década para disponer de la versión con la precisión definitiva.
GAIA aportará 10.000 veces más información que su antecesor, el satélite Hipparcos, que se lanzó en 1989 y cartografió 100.000 estrellas.
Kurú (Guayana francesa), 19 dic (EFE).-