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Decenas denuncian la muerte de 2 temporeros agrícolas mexicanos por COVID-19 en Canadá

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Decenas de personas se manifestaron este sábado en Toronto para denunciar las condiciones en las que viven miles de mexicanos y centroamericanos que trabajan en explotaciones agrícolas canadienses tras la muerte de dos temporeros a consecuencia de la COVID-19.

Los trabajadores mexicanos Bonifacio Eugenio Romero, de 32 años, y Rogelio Muñoz Santos, de 24 años, murieron a finales de mayo y principios de junio a consecuencia de COVID-19 y se convirtieron en los dos primeros temporeros en Canadá que fallecen a consecuencia de la enfermedad.

Además, otros dos trabajadores agrícolas se encuentran en unidades de cuidados intensivos afectados por el coronavirus y varios más están hospitalizados tras al menos tres grandes brotes infecciosos ocurridos en los últimos días en explotaciones agrarias situadas al sur de Toronto.

Syed Hussan, director ejecutivo de Migrant Workers Alliance for Change (MWAC), una organización que se dedica a la defensa de los derechos de los miles de trabajadores temporales que cada año llegan a Canadá para trabajar en explotaciones agrícola, declaró a Efe que centenares de temporeros de México, Centroamérica y el Caribe han contraído la COVID-19 debido a las condiciones «inhumanas» en las que viven y trabajan.

«Ahora mismo, en Canadá, cientos de trabajadores agrícolas, muchos ellos de Latinoamérica y el Caribe, están enfermos con la COVID-19, dos han fallecido, y los gobiernos federal y provincial no están haciendo nada para protegerlos», afirmó Syed.

Syed explicó que las condiciones del programa de trabajadores temporales extranjeros con el que peones mexicanos, centroamericanos y jamaicanos llegan al país les convierten en «esclavos».

«Están atados a su empleador lo que significa que no pueden renunciar a su puesto. El empleador no sólo controla sus trabajo sino que también donde viven porque tienen que vivir en la vivienda proporcionada por el patrón y no existe estándares», afirmó.

Según un informe publicado la semana pasada por MWAC, es normal que hasta 40 trabajadores compartan una vivienda, en la que sólo hay una ducha, y que no tiene ni calefacción ni refrigeración.

«La gente está trabajando ahora 63 horas a la semana, los siete días de la semana, sin ni siquiera poder acudir al lavabo, porque COVID-19 retrasó el inicio de la recogida. Cuando un trabajador enferma, puede ser deportado. Si se lesiona, puede ser deportado», añadió Syed.

Una caravana de manifestantes convocados por MWAC así como sindicatos recorrió los 100 kilómetros que separan Toronto de la localidad de St. Catharines, al sur de la ciudad y en la que se concentran un gran número de explotaciones agrícolas, para mostrar su «solidaridad» con los temporeros latinoamericanos y caribeños.

La caravana visitó varias explotaciones agrarias para terminar con una manifestación frente a las oficinas del diputado de la región, el miembro del gobernante Partido Liberal Chris Bittle, y solicitar que Ottawa establezca un programa que permita a los temporeros convertirse en residentes permanentes.

En St. Catharines, Sonia Aviles, organizadora de MWAC en la región, explicó a Efe que la aparición de la COVID-19 ha agravado las condiciones en las que viven y trabajan los temporeros del campo, que ya de por si eran malas.

«En los últimos tres meses, las condiciones de los trabajadores han empeorado. Tenemos un aproximado de 400 trabajadores sólo en la provincia de Ontario que han dado positivo. Tenemos otros casos en Columbia Británica y Quebec. Podemos decir de forma aproximada que unos 600 trabajadores han sido afectados» por COVID-19 dijo Avilés.

«Covid-19 ha revelado aún más lo que ya sabíamos: las condiciones precarias en las que los trabajadores no pueden rehusar a trabajar aunque la ley laboral dice que todo el mundo tiene derecho a rehusar condiciones insalubres, no seguras. Pero en la realidad, cada vez que un trabajador agrícola intenta hablar sobre sus condiciones, es deportado», declaró.

Avilés añadió que antes de que las explotaciones agrícolas sufrieran brotes de COVID-19, su organización recibió centenares de llamadas de temporeros advirtiendo del riesgo de contraer la enfermedad.

«Entre el 15 de marzo y el 15 de mayo, recibimos aproximadamente 200 llamadas de trabajadores caribeños, centroamericanos, mexicanos sobre su preocupación de contraer el COVID-19. Eso se demostró cierto porque en el último mes hemos visto que los brotes de virus más grandes han sido en las fincas donde hay trabajadores agrícolas», declaró.

Avilés explicó que los empleadores y las autoridades canadienses están ignorando a los temporeros y puso el ejemplo de lo sucedido en una de las explotaciones agrarias que ha sufrido el mayor brote de COVID-19 con 165 infectados, sietes hospitalizados y dos en cuidados intensivos.

«Los trabajadores estaban pidiendo a uno de los supervisores que los llevara al hospital porque estaban mostrando síntomas. Los ignoraron por completo. Cuando uno de los trabajadores cayó enfermo, hasta el punto que no se podía levantar, los mismos compañeros llamaron a alguien fuera de la finca para que llamara al teléfono de emergencia y llevar a este trabajador al hospital», relató Avilés.

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