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David Vann: «Estados Unidos ha utilizado a México de una manera terrible»

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El escritor David Vann durante la entrevista con EFE para hablar de "Cocodrilo", un relato sobre la dura experiencia que tuvo con su velero en Puerto Madero, centro del narcotráfico mexicano. EFE
El escritor David Vann durante la entrevista con EFE para hablar de «Cocodrilo», un relato sobre la dura experiencia que tuvo con su velero en Puerto Madero, centro del narcotráfico mexicano. EFE

Madrid, 26 oct (EFE).- El escritor David Vann, comparado con Melville o Faulker, es de la estirpe de autores que están fraguando la gran novela americana, y vuelve con «Cocodrilo», un relato sobre la dura experiencia -«estoy vivo de milagro», dice- que tuvo con su velero en Puerto Madero, centro del narcotráfico mexicano.

«Cocodrilo», publicado por literatura Random House, es una primicia para los hispanohablantes porque se edita por primera vez en español antes que en inglés.
Un libro en el que David Vann (isla Adak, Alaska, 1966) además habla de la diferencia entre ricos y pobres y de la actitud de Estados Unidos con el narco. «Mi país ha utilizado a México de una mera terrible», subraya a Efe.
«Me encantan las historias de García Márquez, un escritor que me ha influido mucho, y estoy de acuerdo con él cuando dice que Latinoamérica ha sido un prostíbulo para Estados Unidos».
El escritor, que ahora vive entre Reino Unido y Nueva Zelanda, agrega que «lo que hace Estados Unidos es comprar la droga a México y luego armarlos y venderles armas más potentes que las de la propia Policía, a un país que tiene 12.000 muertos por año. Es terrible».
David Vann, autor de títulos como «Tierra», «Caribou Island» o «La leyenda del suicida», escritas con su propia biografía como material y en las que abunda de forma descarnada en las relaciones familiares, ha escrito ahora un libro en el que evoca sus recuerdos y memorias en este capítulo que ocurrió en 1999.
Una aventura personal, «dramática, loca y divertida» que comenzó cuando se compró un velero para hacer cruceros en los que daba clases de literatura creativa. Unos hechos que ocurrieron en México cuando su embarcación encalló en Puerto Madero (Chiapas) y los problemas que tuvo para poder sacar el barco y salir con vida.
«Estoy vivo de milagro -recalca-. Estuvieron a punto de matarme», rememora.
«Era una zona terrible, pobrísima, en medio de piratas, narcotraficantes, prostitutas, miseria absoluta y gente y niños llenos de picaresca para sobrevivir. Y donde a penas había mexicanos, la verdad, porque estaba lleno de gente de América central y que aspiraban, y eso era mucho, a conseguir 20 dólares al mes por trabajar todo el día», matiza.
Víctima de miles de engaños y malentendidos -a Vann le llamaban «el cajero automático» porque todo el mundo le engañaba y le sacaba dinero- el escritor construye con la verdad una ficción, un «thriller» en el que todos los personajes protagonistas que salen en el libro, hoy están muertos».
Y es que Vann viajó diez años después a la zona y todas las personas que le «ayudaron» (Julián o el Gordo), encañonaron y engañaron hasta dejarle sin blanca, habían sido asesinados.
«Hoy esa zona se ha convertido en un puerto de cruceros y eso es muy gracioso porque no hay nada que ver. Sigue siendo un puerto de narcotraficantes y ahora los motores de los barcos son de 200 caballos cuando antes eran de 75», recuerda el autor.
Una obra que, este autor que ama la ficción, ha escrito tirando del hilo de la memoria para hacer un relato de una experiencia radical.
«Es memoria -recalca- pero toda memoria también tiene algo de ficción. He intentado recordar todo lo que puedo, pero la no ficción es ficción porque no hay nada que sea puramente relatar un hecho objetivo; el hecho de escoger algo y no otra cosa para contar, lo que sea, ya lleva una carga de intención, una ficción, una recreación», sostiene.
A este escritor, que es todo un fenómeno en su país, la escritura le ha ayudado a sacar sus demonios familiares; y no es para menos, porque en su familia ha habido mucha locura y cinco suicidios, entre ellos el de su padre.
En «Tierra», con la que cierra su tretalogía sobre las relaciones familiares, analizaba la rabia que tenía contra su madre, una mujer a la que ahora quiere mucho y con la que se lleva muy bien, dice con humor sincero, «después de mucho horror».
«La literatura de alguna manera expresa algunas cosas que están muy dentro de nosotros, muy enterradas y de las que no es fácil hablar. Y ese libro («Tierra») -añade- me ayudó a expresar lo enfadado que estaba.
«Creo que la literatura ofrece una segunda oportunidad para rehacer la historia», concluye.

Carmen Sigüenza

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