La Habana, 18 ene (EFE).- Cuba y Estados Unidos vivirán esta semana un hito crucial en su histórico proceso de deshielo diplomático con la primera reunión, que tendrá lugar en La Habana, entre funcionarios de ambas administraciones para trazar la hoja de ruta de la nueva etapa en sus relaciones.
El jueves 22 de enero es la fecha fijada para el diálogo que definirá «los principios y pasos» para el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en ambos países, después de una enemistad que se remonta a 1961.
Serán dos mujeres las que liderarán las respectivas delegaciones que se sentarán en esa mesa de conversaciones: la estadounidense Roberta Jacobson, secretaria adjunta para Latinoamérica, y la cubana Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex).
Antes de ese encuentro, el miércoles 21, se celebrará además una nueva ronda del diálogo migratorio que La Habana y Washington comenzaron a celebrar hace algunos años como parte de los acuerdos alcanzados en 1994 y 1995 para mantener una inmigración «segura, legal y ordenada».
Para algunos expertos y observadores, la agenda de negociación entre Cuba y EEUU «es inmensa» y lo más probable es que en la reunión del jueves se definan «prioridades» en asuntos «en los que es más fácil» ponerse de acuerdo como la apertura de embajadas, según dijo a Efe el exdiplomático cubano, Carlos Alzugaray.
Tras el histórico anuncio del 17 de diciembre, los cubanos han asistido con cierta sorpresa a la rapidez con que avanza el proceso de deshielo, en un país poco acostumbrado a los cambios veloces.
Y es que las conversaciones de la próxima semana ya llegan precedidas de hitos como la entrada en vigor el pasado viernes de las nuevas medidas anunciadas por el Gobierno de Barack Obama para relajar el embargo económico y comercial sobre la isla.
Ese levantamiento parcial de las sanciones contra Cuba incluye más facilidades para las visitas de estadounidenses, intercambios comerciales de bienes básicos, material de construcción, equipos de telecomunicaciones o maquinaria agrícola, transacciones bancarias hasta ahora prohibidas y más dinero en las remesas a Cuba, de 500 a 2.000 dólares por trimestre.
Ante esas medidas de Estados Unidos, muchos analistas y observadores consideran que la pelota queda ahora en el tejado de Cuba, que deberá crear reglamentos y facilidades que favorezcan esa liberación del comercio y los viajes desde el país vecino.
«Cuba tiene que ser proactiva en lugar de reactiva, no solo hacia los actores de los Estados Unidos sino también abrir espacios a la pluralidad patriótica dentro de su sociedad civil», opina el cubanoamericano Arturo López-Levy, profesor adjunto en el Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York.
Según este académico, el giro diplomático anunciado el 17 de diciembre marca un «punto de no retorno» y, aunque las relaciones bilaterales «están todavía lejos de ser óptimas, nunca han tenido un marco más prometedor desde que el presidente (James) Carter salió de la Casa Blanca en 1981».
Para Cuba, la nueva etapa con Estados Unidos abre un escenario de renovadas expectativas, sobre todo en lo económico para un país que trata de actualizar su sistema socialista con unas reformas que todavía no acaban de dar los resultados esperados y que recibirán una sustancial inyección con el relajamiento de las sanciones estadounidenses.
Y otro de los desafíos para la isla comunista será cambiar la mentalidad y la retórica de la confrontación que ha alimentado durante décadas buena parte del discurso político de la revolución castrista.
«La plaza empieza a dejar de estar sitiada. El problema es si los cubanos vamos a dejar de pensar en el país como una plaza no sitiada», comentó a Efe Carlos Alzugaray.
«Tiene que cambiar desde la retórica hasta la manera de entender cómo Cuba se puede relacionar con un país con el cual va a seguir teniendo diferencias pero con el que debe convivir», apuntaba el novelista cubano Leonardo Padura, en una reciente entrevista con Efe.
No falta quienes temen que, ante este cambio de escenario y al desaparecer «el muñeco al que se le podían tirar todas las piedras», entre los sectores más ortodoxos del régimen se produzca una especie de «reforzamiento ideológico».
La ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos que comenzará el 21 de enero ha estado precedida este fin de semana por la visita de un grupo de congresistas demócratas a La Habana encabezada por el senador Patrick Leahy.
Se trata de la primera misión de legisladores estadounidenses que viaja a Cuba tras el acuerdo para el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Estos congresistas estarán hasta mañana lunes en la isla, donde se reunirán con funcionarios del gobierno cubano, embajadores de países como España, México, Colombia o Noruega y también con representantes de la disidencia interna.