La Cuba del deshielo y la apertura vive un sutil retorno al pasado con un recrudecimiento de su discurso revolucionario, especialmente en contra de Estados Unidos, y el freno a algunas de las reformas económicas con las que el Gobierno de Raúl Castro está cambiando el panorama de la isla.
Los propietarios de restaurantes no estatales, el negocio más exitoso del «cuentapropismo» -el incipiente sector privado que se abre paso en la isla desde 2010- no ocultan su preocupación ante la suspensión temporal de la concesión de licencias para la apertura de nuevos locales, medida que no se ha dado a conocer oficialmente.
En toda la isla ya hay más de 1.700 «paladares», un negocio privado que se ha propagado como la pólvora en los últimos años al calor del «boom» del turismo, aunque con grandes dificultades y restricciones legales que amenazan con agudizarse.
Estos locales se enfrentan ahora a una oleada de severas inspecciones para comprobar el estricto cumplimiento de la norma: no más de 50 asientos, respeto a los horarios, y abastecimiento solo con productos adquiridos con factura en tiendas del Estado, cuya oferta es insuficiente e intermitente.
Aunque es una medida temporal, en la calle mucha gente teme que esto implique el inicio de un retroceso a los avances de los últimos años, entre los que destaca el «cuentapropismo» que ha modificado el paisaje económico de la isla y ha dado lugar a una minoritaria clase emprendedora que se promete como motor de desarrollo.
El retorno al pasado también se aprecia en el plano más ideológico y cada vez es más frecuente ver a altos funcionarios del Gobierno recuperar la vieja retórica para arremeter duramente contra Estados Unidos y sus intenciones «injerencistas» en Cuba, a pesar del acercamiento diplomático iniciado hace ya casi dos años.
Analistas consultados por Efe apuntan a las fuertes reticencias de los sectores más reaccionarios dentro del Partido Comunista, que ven con temor la nueva relación con Estados Unidos y que están marcando la pauta ideológica en la isla, donde las estructuras de poder están controladas por ese partido único.
Un ejemplo de esta nueva tendencia más beligerante es la campaña «Avispero contra el bloqueo», una masiva e insólita movilización de miles de jóvenes estudiantes en todas las universidades del país para pedir el fin del embargo, que fue ampliamente publicitada en los medios oficiales de la isla.
Aunque el evento fue convocado por organizaciones oficialistas de la sociedad civil, contó con la presencia de la directora para EE.UU de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, quien hizo ayer un fuerte alegato contra ese antiguo enemigo y centró su discurso en las asignaturas pendientes de la nueva relación.
La iniciativa se produce una semana antes de que Cuba presente como cada año su propuesta de resolución contra el bloqueo en la Asamblea Nacional de la ONU, algo que en el pasado venía acompañado de una campaña propagandística en medios de la isla -casi todos controlados por el Estado-, pero que este año ha sido mucho más intensa y agresiva.
Los mensajes conciliadores y cautelosos de los primeros meses del deshielo del discurso oficial cubano se tiñen ahora de un tono mucho más duro hacia Estados Unidos, a pesar de que el presidente Barack Obama declarara hace unos días «irreversible» ese proceso y relajara nuevas sanciones económicas del embargo.
La reacción oficial de Cuba al blindaje del deshielo -la medida más importante de la administración Obama respecto a Cuba desde el 17 de diciembre de 2014 según varios analistas- estuvo muy lejos del optimismo o la complacencia.
La propia Josefina Vidal, la cara amable del proceso ya que pilotó las negociaciones para restablecer relaciones, minimizó sus efectos al conocerse la noticia.
Según Vidal, la medida no oculta los propósitos de EEUU de promover cambios internos dentro de la isla, aunque sí admiten que la administración Obama ya reconoce al Gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual.
Hace pocas semanas, la cancillería expresó también su malestar con EEUU sobre el programa educativo «World Learning», lanzado con «fines subversivos» por la embajada estadounidense en la isla al margen de los canales diplomáticos establecidos, lo que dio pie a otra encendida campaña en contra de ese país en medios oficiales.
A pesar de este repliegue ideológico, Cuba mantiene intensos contactos con Estados Unidos, encaminados a estrechar la cooperación en áreas como la salud o el medio ambiente y a sentar las bases para una futura relación comercial sólida ante el eventual levantamiento del embargo que la isla reclama ahora con más ímpetu y vehemencia.
La Habana, 18 oct (EFE).-