China sigue mejorando su posición como gran socio económico de América Latina y el Caribe, y todo gracias a la política económica del presidente de EE.UU., Donald Trump, que rechaza el libre comercio mundial.
Las relaciones comerciales y de inversión entre China y Sudamérica llevan más de una década tejiéndose. Como ejemplo de ello, en 2017 las exportaciones de la región al gigante asiático se dispararon un 30 %, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En el mismo periodo, el crecimiento de los envíos a China triplicó al de las ventas a EE.UU., mientras las exportaciones de Latinoamérica y Caribe a todos los mercados mundiales crecieron un 13 %, revirtiendo así el descenso del 3,3 % registrado en 2016.
Aun con estos datos positivos para la región, el encarecimiento de las materias primas es un factor importante a tener en cuenta para las exportaciones de Latinoamérica y Caribe, muy dependientes del mercado chino.
El auge exportador se concentra en América del Sur, donde el crecimiento medio fue del 16 %, frente a la caída del 4,5 % registrada en 2016, muy especialmente en cinco países: Venezuela (28 %), Perú (25 %), Colombia (19 %), Brasil (18 %) y Ecuador (16 %). Todos ellos tienen dos denominadores comunes: la importancia de las materias primas sobre el total de sus exportaciones y su acusada dependencia de China.
Para el BID, el intercambio comercial entre China y de América del Sur estará muy ligado al futuro del Tratado de Libre Comercio (TLC), del que Trump amenaza con sacar a los Estados Unidos.
De China dependen uno de cada cinco dólares exportados por Brasil y uno de cada cuatro exportados por Perú el año pasado. Y de sus dos socios en el TLC, EE.UU. y Canadá, penden el 80 % de las ventas exteriores de México.