El ecuatoriano Richard Carapaz y el esloveno Primoz Roglic protagonizarán el gran duelo por la roja tras la segunda jornada de descanso. Se jugarán la Vuelta en dos citas decisivas de la última semana: la contrarreloj de Ézaro del martes y el ascenso a La Covatilla, el sábado.
Son los únicos candidatos y acuden a la cita con el reloj separados por 10 segundos, conscientes de que la general quedará prácticamente decidida al final del muro gallego tras recorrer 33,7 kilómetros en esfuerzo individual. Esta vez sin bonificaciones ni decisiones polémicas de los jueces. Un duelo puro.
La Vuelta llega apretada en los primero cuatro puestos de la general. Seis finales en alto y jornadas de viento no han sido suficientes para despejar el panorama en la jefatura del podio.
Las montañas asturianas no despejaron la incógnita, de manera que Carapaz y Roglic llegan empatados a la hora de la verdad.
Al acecho el británico conquistador del Angliru Hugh Carthy a 32 segundos y el irlandés Daniel Martin a 35. No hay más aspirantes claros, ya que en la quinta plaza aparece el español Enric Mas, ya a 1:50 minutos.
A partir de ahí, las diferencias pasan de los 5 minutos. Dentro del top 10, el ciclismo español aporta otros dos nombres, dos veteranos, Alejandro Valverde (40 años), octavo, y Mikel Nieve (36), décimo. Un dato que eleva el mérito de ambos corredores y que a la vez hace pensar sobre la necesidad de revitalizar el pelotón nacional.
El muro de Ézaro
Tras el castigo sufrido en el Angliru el pelotón se trasladó a Galicia para disfrutar de la segunda jornada de descanso, pasar las pertinentes pruebas PCR y dar reposo al cuerpo antes de la cita con la crono decisiva para unos y de trámite para otros.
Las apuestas se inclinan de manera clara a favor de Roglic, superior a Carapaz y resto de rivales en la modalidad. Se estima que en los 33,7 kilómetros desde Muros, La Coruña, hasta el Mirador del Ézaro (Dumbría), el esloveno puede sacar cerca de 1.30 minutos al ecuatoriano, diferencia que le podría servir para sentenciar la Vuelta.
El perfil es plano hasta los últimos 1,8 kilómetros, donde los corredores cambiarán de bicicleta para escalar la pared del 14,8 por ciento. Los cálculos están hechos, ahora solo falta que cada uno se exprese en el cara a cara. Quien sabe si Carthy se suma a la fiesta, un gigante de 1.90 metros que no para de sorprender, y en crono dice su director que ha mejorado.
La Covatilla como última opción
Saliendo de Ézaro la general debe estar perfilada, pero terreno quedará para posibles sustos. El miércoles se llegará a Ourense, con recorrido incómodo, 204 kms y final en ligero ascenso apto para rebañar segundos. El jueves camino de Puebla de Sanabria el desnivel acumulado será de 4.100 metros y 231 kilómetros. Atención a esta jornada de «clásica».
Tras la jornada del viernes con meta en Ciudad Rodrigo, que incluye los altos del Portillo (2ª) y El Robledo (1ª) en la zona de Las Hurdes, las tierras salmantinas ofrecen la última gran etapa, para que los escaladores compensen lo perdido en la crono de Ézaro.
El sábado la jornada entre Sequeros y La Covatilla ofrece seis puertos, más de 4.000 metros de ascensión y llegada a la estación invernal, con 11,4 kms al 7,1 por ciento. Llegando a la cima la Vuelta quedará resuelta y se concretará la «hazaña», a falta de la llegada a Madrid, de haberse hecho realidad la ronda nacional en época de emergencia sanitaria.