Por Vilma Filici / filici@filici.com
Muchas personas creen que tener una visa de turista en mano o ser ciudadano de un país que es exento de visa de turista para llegar a Canadá garantiza la entrada a este país. Sin embargo, es necesario que hagamos un análisis y profundicemos en la parte legal del tema, ya que esa creencia está completamente alejada de la realidad.
Lo que realmente sucede en Canadá es que el oficial en el puerto de entrada, ya sea en un aeropuerto, entrada por agua o por tierra, tiene la última palabra en términos de si le permite o no a una persona la entrada al país.
La ley de inmigración dice específicamente que “cada persona que pide entrar a Canadá debe comparecer para una examinación en la que se determinará si la persona tiene el derecho de entrar a Canadá o si está o será autorizada a entrar y permanecer en Canadá”.
Aquí es importante notar que la ley dice “cada persona”. Esto incluye a residentes permanentes y, aunque la gente lo encuentra difícil de creer, a ciudadanos Canadienses. Generalmente estos dos últimos se enfadan y se ofenden cuando son entrevistados al tratar de entrar a su país y ven esta examinación como un abuso de poder por parte del oficial de inmigración, pero si entendemos que el oficial tiene el mandato de asegurarse de que cada persona entrando al país debe demostrar que tiene el derecho de hacerlo, y que parte de su responsabilidad también es la de proteger a la población canadiense, tal vez no veamos la examinación en el puerto de entrada como un afronte a nuestros derechos sino como un trabajador cumpliendo con el mandato de su trabajo.
Ahora bien, si un residente permanente y un ciudadano pasan por una examinación para determinar si tienen el derecho de entrar al país o no, no deberíamos sorprendernos de que una persona que no tiene estatus en Canadá y quiere entrar temporalmente deba demostrar que “tiene la visa correspondiente u otros documentos requeridos por los reglamentos y que abandonará Canadá al final del periodo que se les ha autorizado permanecer”, tal y como lo pide la ley.
Recientemente recibí un email de una señora muy molesta, y con razón, porque obtuvo una visa de turista en el país de origen, llegó al aeropuerto, y al ser examinada por un oficial de inmigración, el oficial llegó al fallo de que la señora no era una visitante genuina. El oficial le dio la opción de retirar su pedido de entrar al país y regresarse en el próximo vuelo, o pasar por una audiencia en la cual se determinaría si podía o no entrar. La señora eligió retirar el pedido y regresar a su país de origen.
El objetivo de la señora de ponerse en contacto conmigo era para poner una queja ante el gobierno por el trato recibido. Al pedirle más información acerca del viaje y su preparación para tal surgieron muy claramente la razones por las cuales el oficial de inmigración sospechó de que la señora no era una visitante genuina y que probablemente su intención era la de quedarse en Canadá y trabajar de manera indocumentada.
Los signos de alerta que notó el oficial de inmigración fueron: la señora no conocía a nadie en el país ni tampoco había hecho ningún tipo de preparación donde permanecer durante su estadía; Pensaba quedarse en Canadá por tres meses pero contaba con una suma de dinero que no le permitiría mantenerse por más de tres semanas; Traía dos maletas, una con ropa de verano y la otra llena de ropa de invierno, cuando supuestamente venía a pasar los meses de verano en Canadá. A todos estos signos de alerta se le sumaba también el hecho de que la señora provenía de un país en el cual hay problemas muy serios de seguridad y económicos.
Cuando ella presentó su solicitud al consulado de su país, sin dudas hizo todo el tramite correctamente y logró demostrarle al oficial del consulado que tenía trabajo en el país de origen y que tenía suficientes motivos para regresarse una vez terminada su visita, pero cometió el error que cometen muchas personas (ya sea que obtuvieron la visa de turista o que no la necesitan para llegar al puerto de entrada): Se fio de que al llegar tendría el derecho de entrar al país.
Como dije anteriormente, nadie tiene derecho absoluto de entrar al país, ni los estudiantes internacionales, ni los trabajadores temporales, ni los visitantes, ni los residentes permanentes o los ciudadanos canadienses, sin antes probar que cumplen con todos los requisitos o que tienen el derecho de entrar.
Es importante hacer notar que para que un viaje de placer no se convierta en una odisea, las personas que intentan entrar a Canadá deben traer la documentación necesaria más allá de la visa o el pasaporte. En el puerto de entrada el oficial tiene que quedar satisfecho de que la persona viene al país por un periodo de tiempo definido, ya sea dos semanas, un mes, tres meses o lo que fuere. El pasaje de regreso debe estar de acuerdo con el tiempo de permanencia y la persona debe contar con suficiente dinero para mantenerse durante el periodo que piensa permanecer en el país. Si el viajante piensa quedarse en la casa de un pariente o amigo, esa persona debe estar en el aeropuerto en caso de que el oficial quiera hacerle preguntas, o por lo menos debe estar accesible por teléfono. Debe traer una carta de empleo en la que demuestre claramente que está trabajando en su país de origen, que está de vacaciones y que debe regresar a sus funciones en una fecha específica. Si tiene propiedades e inversiones debería traer las escrituras y los reportes. Es aconsejable que todos estos documentos estén en uno de los dos idiomas oficiales del país en caso de que no haya un traductor disponible a su llegada, a fin de facilitar la posible entrada.
Si la persona viene preparada para satisfacer al oficial de inmigración de que tiene todos los documentos en orden para que le permitan entrar a Canadá, no sólo le facilitará el trabajo al oficial sino que se asegurará de no arruinar las vacaciones pasando un mal momento en el puerto de entrada o siendo regresado a su país de origen sin pisar suelo canadiense.