A 10 días de que entre en vigor el nuevo acuerdo comercial de Norteamérica, las cámaras de comercio de Estados Unidos y Canadá expresan a EFE su deseo que el tratado venga acompañado de mayor certidumbre para sus inversiones en México.
El nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es de «importancia» para la American Chamber of Commerce (AmCham), aunque también «hay mucho trabajo por hacer», afirma Francisco de Rosenzweig, su presidente de comercio exterior y logística.
«Un tema muy importante es el ambiente de negocios que se tiene que acompañar de un fortalecimiento del Estado de derecho, creemos que eso es fundamental para continuar siendo atractivos para la atracción de inversión extranjera», expone en entrevista.
El T-MEC, que el 1 de julio sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es «una condición necesaria, pero no suficiente para promover las inversiones en Norteamérica», advierte Armando Ortega, presidente de la Cámara de Comercio del Canadá en México (CanCham).
«Representa una oportunidad en nuevos terrenos y le da certeza a las inversiones y el comercio en curso, pero, insisto, se requiere en el caso de México que se manden otro tipo de señales a las que se han mandado», manifiesta.
Como una de las causas «de mayor preocupación», la CanCham cita el «cambio súbito» en la política energética, que limita las energías limpias y aumenta las tarifas de porteo para las centrales eléctricas renovables.
Estos lineamientos son «una señal muy lamentable», con un impacto final a cerca de 50.000 consumidores eléctricos de alto consumo, industriales o de servicios, comenta Ortega.
«Es una medida que le va a restar competitividad a México nada menos que en el componente energético de sus costos de producción, y hacerlo en medio de una pandemia de consecuencias económicas brutales nos parece muy desafortunado», declara.
REPOSICIONAR A MÉXICO
La pandemia de COVID-19 y las reglas de origen más estrictas del T-MEC, que exige más insumos de origen norteamericano, son una oportunidad para reposicionar a México dentro de las cadenas de valor, afirma el representante de AmCham.
El especialista ve como sectores «ganadores» en México al agroalimentario y manufacturero.
«Hay un ganar-ganar porque vamos a tener que desarrollar nuestros propios insumos. Eso va a generar, naturalmente, una atracción de inversiones, pero también el desarrollo de mano de obra especializada y mejor remunerada», señala De Rosenzweig.
Al destacar «el crecimiento espectacular» de 10 veces del intercambio con Canadá en los últimos 25 años, el líder de CanCham cree que el T-MEC permitirá explotar los servicios médicos, la inteligencia artificial, la industria del entretenimiento y del cannabis.
Los tres países deben aprovechar el nuevo acuerdo para profundizar su integración regional, exhorta.
«Eso les va a permitir competir en el nuevo mundo, el que quede después de esta pandemia, en la ‘nueva normalidad’, hacerle frente a otras regiones muy pujantes, sobre todo lideradas por China», menciona.
LOS PENDIENTES
El Gobierno mexicano considera al T-MEC como una de las principales herramientas para reactivar la economía tras la crisis de COVID-19.
Aun así, enuncian las cámaras, quedan pendientes en materia laboral, la designación de los árbitros que resolverán las controversias laborales, temas de medio ambiente y legislación de propiedad intelectual.
El principal cambio, destaca De Rosenzweig, son las reglas de origen que aumentan de 62,5 % a 75 % el contenido regional de los automóviles, además del acero, aluminio y electrodomésticos.
«No todas las reglas de origen entran en vigor al día siguiente de su inicio, es decir, a partir del 1 de julio, sino que vienen periodos de gracia o transición, y eso nos permitirá traer estas cadenas de producción que requerimos con insumos para el desarrollo», matiza.
En el terreno legislativo también quedan pendientes que deberán solventarse en una sesión extraordinaria del Congreso mexicano, añade Ortega.
«De alguna forma estamos a grandes zancadas, actualizando los últimos detalles», reflexiona.
Otro pendiente, coinciden, es la revisión de las reglamentaciones uniformes para que los productores obtengan los certificados de origen.
Ambos prevén una gran transformación para la manufactura, que representa el 87 % de los productos mexicanos vendidos al exterior, de acuerdo con el Consejo Empresarial Mexicano del Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce).
«La industria automotriz tendrá que hacer ajustes en sus procesos productivos, tendrá que venir reingeniería de productos, probablemente reubicación de algunas instalaciones, y en general un análisis de la proveeduría», dice Ortega.