El Real Madrid afrontaba este martes un nuevo capítulo para añadir a su historia. Visitaba el Allianz Arena para medirse al Bayern Múnich en la ida de semifinales de la Champions League, es decir, estábamos ante el penúltimo paso para acceder a la final de Wembley 2024.
La moral de los madridistas estaba por las nubes después de haber eliminado al Manchester City de Pep Guardiola y Erling Haaland en cuartos de final, además, de manera épica en unos penaltis que ya están grabados en su libro de gestas, que no son pocas ya.
Ahora tocaban las semis y otro rival temible, pues aunque no está un gran momento como ha demostrado el hecho de que han perdido la Bundesliga tras once años adjudicándosela de manera consecutiva y con una eliminación ante un equipo de la tercera categoría de Alemania, en la Copa de Europa la historia pesa, y el Bayern tiene mucha.
Es por ello que Carlo Ancelotti no se fiaba, tal y como dejó de manifiesto en la previa. Tendrían que apretarse los machos, sobre todo en los primeros minutos de encuentro. De hecho, nada más comenzar el juego Lunin tuvo que hacer un paradón.
Apretaba la grada y el conjunto alemán estaba atosigando a los blancos. En los primeros 20 minutos casi no salieron de su campo ni encadenaron combinaciones, pero aguantaron todas las acometidas de los locales.
A partir de ahí fueron quitándose la presión y bajaron el ritmo frenético del Bayern gracias a lo que más temía Tuchel: una jugada inesperada.
Toni Kroos se inventó un pase maravilloso que dejó solo a Vinicius delante de Neuer y lo batió al primer toque. La historia de siempre. A partir de ahí, estuvieron cómodos y solidarios, el sufrimiento había pasado y se fueron al descanso en ventaja. Sonreía el madridismo.
Y salieron a la segunda mitad con la confianza que les dio ese buen hacer. Casi consiguen marcar el segundo gol, sobre todo en un disparo de Kroos que consiguió parar el Neuer.
Parecía todo controlado, hasta que en una jugada casi aislada, Leroy Sané se metió hacia dentro y firmó el empate, pero eso no fue todo, pues tres minutos después Lucas Vázquez le haría penalti a Musiala y Harry Kane rubricaría la remontada en apenas cinco minutos.
Lo que es la Champions. Sufrieron mucho desde entonces los merengues, que además defendían mal los córners y Lunin tuvo que aparecer para volver a salvar a su equipo.
Casi que se firmaba ya la derrota por la mínima, pues habían calmado un poco los ánimos de los bávaros desde la entrada de Luka Modric al campo, pero en estos momentos son cuando aparecen las estrellas para romper.
Vinicius hizo una gran maniobra en la frontal del área, se la dio a Rodrygo para que se girara delante del portero y Kim Min-jae lo derribó.
Fue el propio 7 madridistas quien se encargaría de poner las tablas en el luminoso desde los once metros y firmar así su doblete. Acabaría todo con el 2-2 y el Santiago Bernabéu dictará sentencia la semana que viene.