Alejandro Linares, un abogado bogotano, de padre bogotano, de madre bogotana y de acento bogotano, que usa corbata y bufanda en los días de frío y lluvia—que son todos— es decir, rolo total, será elegido mañana como nuevo presidente de la Corte Constitucional.
Linares, como buen estudiante del Gimnasio Moderno, es aficionado al Santa Fe; fue en ese centro educativo donde nació el club insignia de Bogotá. Es abogado de los Andes; llegó a la Corte Constitucional hace apenas dos años, desde la vicepresidencia jurídica de Ecopetrol, cargo que ocupaba cuando decidió presentar su aspiración a ser miembro del máximo tribunal de justicia del país. Linares fue ponente del estatuto de la oposición, cuyo fallo se produce, precisamente, mañana.
Linares sucede al magistrado Luis Guillermo Guerrero, el más conservador de los conservadores de la Corte: sale un ultragodo y entra un liberal. Como vicepresidente será elegida la magistrada Gloria Ortiz, quien tiene todos los merecimientos y condiciones para asumir el año entrante la presidencia del alto tribunal.
El magistrado Lizarazo no es políticamente tan ultra de la ideología liberal como su antecesor lo era de las ideas conservadoras; él mismo se identifica como liberal de la ideología de Alfonso López Pumarejo. Revolución en marcha.