La noticia del acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, rivales regionales de larga data, conmocionó al Medio Oriente y asestó un golpe simbólico al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien hizo pública la amenaza que representa Teherán.
El avance, la culminación de más de un año de negociaciones en Bagdad y conversaciones más recientes en China, también quedó atrapado en la política interna de Israel, lo que refleja las divisiones del país en un momento de agitación nacional.
El acuerdo, que otorga a Irán y Arabia Saudita dos meses para reabrir sus respectivas embajadas y restablecer los lazos después de siete años de ruptura, representa en general uno de los cambios más sorprendentes en la diplomacia de Medio Oriente en los últimos años. En países como Yemen y Siria, atrapados durante mucho tiempo entre el reino sunita y la potencia chiíta, el anuncio despertó un optimismo cauteloso.
Uno de los mayores triunfos de la política exterior de Netanyahu sigue siendo los acuerdos de normalización de Israel negociados por Estados Unidos en 2020 con cuatro estados árabes, incluidos Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos. Eran parte de un impulso más amplio para aislar y oponerse a Irán en la región.
Se ha presentado a sí mismo como el único político capaz de proteger a Israel del programa nuclear de rápida aceleración de Teherán y de sus representantes regionales, como Hezbolá en el Líbano y Hamás en la Franja de Gaza. Israel e Irán también han librado una guerra regional en la sombra que ha dado lugar a presuntos ataques con drones iraníes contra barcos vinculados a Israel que transportan mercancías en el Golfo Pérsico, entre otros ataques.
Un acuerdo de normalización con Arabia Saudita, el estado árabe más poderoso y rico, cumpliría el preciado objetivo de Netanyahu, remodelar la región e impulsar la posición de Israel de manera histórica. A pesar de que las relaciones clandestinas entre Israel y Arabia Saudita han crecido, el reino ha dicho que no reconocerá oficialmente a Israel antes de que se resuelva el conflicto israelí-palestino de décadas.
Desde que regresó al cargo a fines del año pasado, Netanyahu y sus aliados han insinuado que podría estar cerca un acuerdo con el reino. En un discurso ante los líderes judíos estadounidenses el mes pasado, Netanyahu describió un acuerdo de paz como “un objetivo en el que estamos trabajando en paralelo con el objetivo de detener a Irán”.
Pero los expertos dicen que el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán que se anunció el viernes ha arrojado agua fría sobre esas ambiciones. La decisión de Arabia Saudita de comprometerse con su rival regional ha dejado a Israel en gran medida solo, ya que lidera la acusación por el aislamiento diplomático de Irán y las amenazas de un ataque militar unilateral contra las instalaciones nucleares de Irán. Los EAU también reanudaron relaciones formales con Irán el año pasado.