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Abanderada de Chile en los JJ.OO. de Río revela abusos sexuales de su padrastro

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La maratonista chilena Érika Olivera
La maratonista chilena Érika Olivera

Érika Olivera, la maratonista que fue elegida por votación popular abanderada de Chile en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, reveló que fue abusada sexualmente y violada por su padrastro, un pastor evangélico, entre los cinco y diecisiete años.
«Debo haber tenido cinco años la primera vez que me abusó», dijo en una entrevista que publica hoy la revista «Sábado», del diario El Mercurio la atleta de 40 años, que en Río de Janeiro disputará sus quintos Juegos Olímpicos.
«El dormitorio estaba empapelado con un papel mural rojo, él mismo lo había forrado. Empezó mostrándomelo como un juego, con caricias y después fue avanzando. Esa primera vez no entendí lo que pasó, era una niña, no cachaba (no comprendía) nada». explicó la atleta, madre de cinco hijos.
«Él siempre decía que eso nadie lo tenía que saber. Pasó varias veces más y después nos fuimos a Puente Alto (municipio vecino a Santiago). Yo estaba feliz. Creía que al irnos a una casa sólida, con más vecinos, eso se iba a acabar. Pero ahí siguió peor», añadió.
Las violaciones, según la deportista, ocurrían los lunes, cuando su madre salía a participar en actividades de la iglesia evangélica y ella volvía del colegio. «Era el día más horrible. Me acuerdo caminando hacia la puerta. Estaba sonada (perdida), nada más tenía que llegar y aceptar», relató.
«Mientras yo no me pude defender él hacía lo que quería conmigo», prosiguió, palabras que fueron corroboradas por Felipe, uno de sus hermanos, quien señaló que «Fue difícil crecer así, viendo eso, porque todos nos dábamos cuenta (…). Él se encerraba con la Érika y sabíamos lo que pasaba ahí, lo vimos. Éramos chicos, pero debimos hacer algo. Mi mamá fue siempre muy sumisa a él».
A los 12 años, cuando ya practicaba atletismo, Érika Olivera contó lo que pasaba a su madre, el padrastro se enteró y bajo amenazas la obligó a decirle a su mamá que era mentira lo que le había contado.
La madre «me dijo que ojalá que fuera mentira, porque si era verdad que él me abusaba, nadie me iba a querer, no iba a poder tener hijos ni familia. Esa respuesta me dio», dijo la deportista en la entrevista.
«Más grande, cuando ya no podía forzarme tan fácil, comenzó a funcionar como un chantaje (…) no había una semana que no pasara nada. Para ir a una carrera o salir a un entrenamiento, tenía que aceptar lo que él me decía (…), Si alguna vez oponía resistencia, no había plata para nada en la casa, no le pasaba plata a mi mamá», relató.
Recordó más adelante el día que encaró a su padrastro: «Fue muy duro, pero nunca me quebré. Le tuve que preguntar cuatro veces para que reconociera frente a sus hijos que me había violado. La última dijo Sí. Optó de inmediato por irse de la casa.
Desde entonces no ha vuelto a ver a su madre, que junto a su padrastro se fueron a vivir a Pudahuel, un municipio en el otro extremo de la ciudad.
«Sábado» se contactó con ambos, pero declinaron hacer comentario alguno sobre la denuncia.
El pasado 21 de junio, Érika Olivera recibió de manos de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, la bandera que portará en el desfile inaugural de los Juegos de Río de Janeiro. Dos días después presentó una denuncia contra su padrastro en un cuartel policial, aunque está consciente de que será muy difícil lograr una condena, pues los delitos están prescritos.
«No puedo hacer justicia con mis manos, tampoco judicialmente. La única manera de hacer justicia que me queda es contar la verdad. Los secretos pesan mucho», concluyó Olivera, medallista de oro en el maratón de los Juegos Panamericanos de Toronto 1999 y bronce en los de Santo Domingo 2003. Santiago de Chile, 2 jul (EFE).-

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