Médicos y enfermeras en los abrumados hospitales del norte de Italia han acogido con beneplácito una leve estabilización en la cantidad de infecciones por coronavirus, pero temen que el virus aún esté propagándose silenciosamente en el sur del país, dos semanas y media después de que arrancó el cierre nacional más extremo de Occidente.
Aun así, la cifra de muertos en Italia sigue creciendo, y los virólogos advierten que el número real de casos podría ser hasta más de cinco veces mayor que el conteo oficial, que llegó a poco menos de 86.500 el viernes. Eso significa que las infecciones seguirán aumentando incluso aunque los italianos han sido confinados a sus casas.
Italia, uno de los focos de la pandemia, tiene la mayor cantidad de muertes por el nuevo coronavirus de cualquier nación en el mundo, una cifra lúgubre que alcanzó 9.134 el viernes. Italia también superó a China en su número de casos confirmados y sólo está detrás de Estados Unidos.
“Es algo devastador”, dijo el reverendo Mario Carminati, quien entregó una iglesia en la pequeña ciudad lombarda de Seriate para que se albergaran ataúdes antes de que sean llevados por un convoy militar para ser cremados. Esta semana, docenas de féretros fueron alineados en dos filas en el pasillo central, y fueron reemplazados inmediatamente por otros cuando se los llevaron.
“Al menos los familiares saben que alguien los está cuidando, con una oración y una bendición antes de que se los lleven”, dijo.
A pesar de la cifra de víctimas, los funcionarios también han expresado un cauteloso optimismo de que la propagación exponencial del virus está comenzando a disminuir en el norte, gracias a dos semanas de aislamiento supervisado por las fuerzas armadas. Durante varios días esta semana, el número de nuevas infecciones y muertes mostró indicios de desaceleración, y las salas de emergencia no vieron el tsunami de enfermos que caracterizó las primeras semanas de la pandemia después del primer caso detectados en el país el 20 de febrero.
“Las cifras siguen siendo altas, pero desde hace unos días han dejado de aumentar, gracias a Dios”, dijo el doctor Luca Lorini, jefe de cuidados intensivos en el hospital Papa Juan XXIII en Bérgamo, uno de los hospitales públicos más afectados en Italia.
Unos 500 miembros del personal médico del hospital están infectados, y Lorini dijo que ha tenido que atender a colegas, amigos, hijos de amigos y padres de amigos en su abrumada unidad de cuidados intensivos de 88 camas que sirve a una ciudad de 120.000 habitantes.
A nivel nacional, al menos 50 médicos han muerto y 6.414 han dado positivo al COVID-19.