Juan Guaidó sostuvo el miércoles una reunión largamente esperada con el presidente estadounidense Donald Trump, un momento culminante de una gira internacional dirigida a aumentar el apoyo a su campaña para derrocar al mandatario venezolano Nicolás Maduro.
Pero Guaidó salió de la Casa Blanca sin lo único que todo líder que la visita desea: una fotografía en la Oficina Oval con el presidente estadounidense.
Hubo soldados alineados en la entrada de la Casa Blanca mientras Guaidó arribaba para la reunión. Trump salió a una alfombra roja y a un clima frío para recibir al líder venezolano y escoltarlo a la Oficina Oval para una reunión privada, después de caminar por el pórtico. Guaidó llevaba una corbata roja, al igual que Trump.
En la víspera, Guaidó fue invitado al discurso del Estado de la Unión del presidente estadounidense. Los legisladores aplaudieron cuando Trump presentó a Guaidó como el “verdadero y legítimo” líder de Venezuela y llamó a Maduro un “tirano”.
La Casa Blanca dijo que la visita de Guaidó fue una “oportunidad para reafirmar el compromiso de Estados Unidos con el pueblo de Venezuela”. Los líderes discutirían cómo Estados Unidos puede trabajar con Guaidó para “agilizar la transición democrática en Venezuela que pondrá fin a la crisis actual”, señaló la residencia presidencial.
El vicepresidente Mike Pence se reunió con Guaidó en el Capitolio antes de partir hacia Pensilvania. También estuvieron presentes los senadores Marco Rubio y Rick Scott, ambos republicanos de Florida.
Estados Unidos y casi 60 países más han afirmado que la elección de 2018 de Maduro es ilegítima y que Guaidó, como presidente de la Asamblea Nacional, debería ser nombrado presidente interino bajo la Constitución venezolana. Estas naciones responsabilizan a las políticas socialistas de Maduro de una crisis política y económica que amenaza la estabilidad de la región.
Maduro, sin embargo, sigue en el poder, habiendo enfrentado un levantamiento militar fallido, una breve reanudación de las protestas multitudinarias contra el gobierno, y las sanciones y otras medidas por parte de Estados Unidos para obligarlo a dejar el cargo.
Guaidó salió de Venezuela en un momento en el que le quedaban pocas opciones y batallaba para atraer a números significativos de personas a las calles para manifestarse contra Maduro.
El ímpetu de Guaidó tuvo un ligero repunte a principios de enero, cuando fue visto en imágenes ampliamente publicadas en las que aparecía discutiendo con la policía antidisturbios mientras trataba de saltar una valla e ingresar al edificio de la Asamblea Nacional.
“Señor presidente, por favor lleve este mensaje de regreso a su país”, dijo Trump a Guaidó durante el discurso del martes. “Todos los estadounidenses están unidos con el pueblo venezolano en su justa lucha por la libertad”.
La Casa Blanca señaló que Estados Unidos continuará trabajando con los países de la región para “enfrentar la dictadura ilegítima de Venezuela” y garantizar un futuro “democrático y próspero” para su gente.
Robert O’Brien, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, pidió el miércoles a Rusia, China y Cuba que dejen de apoyar a Maduro. Apuntó que Maduro carece del respaldo de su pueblo y que está “ejerciendo tiranía” sobre ellos.
“Pedimos a los chinos, rusos y cubanos dejarlo ya y salir de Venezuela, y dejar que los venezolanos controlen su propio destino”, comentó O’Brien a un grupo de embajadores en Estados Unidos.
Venezuela ha sido prioridad en Latinoamérica para el gobierno de Trump, que hace un año fue el primero de diversos gobiernos en reconocer a Guaidó como presidente.
El gobierno de Estados Unidos ha emprendido lo que describe como una campaña de sanciones de “máxima presión” y otro tipo de medidas diseñadas para acelerar la salida de Maduro del cargo, pero éste se ha mantenido en el poder.
El senador Chris Murphy criticó el enfoque de Trump, y tuiteó que la postura del mandatario estadounidense sobre que Maduro debería de renunciar luego de que Estados Unidos reconoció a Guaidó como el líder del país “era una idea, no una estrategia, y no tenía ninguna esperanza de funcionar”.
Rusia tiene una alianza política, militar y económica con Venezuela que se forjó bajo el mando del predecesor de Maduro, Hugo Chávez. Venezuela tiene problemas para pagar miles de millones de dólares en préstamos de Rusia, y aproximadamente la mitad de ello la debe a la petrolera estatal rusa Rosneft.
O’Brien dijo que el gobierno de Trump consideraría durante las próximas semanas si imponer sanciones a Rosneft por ayudar a proporcionar un sustento a Maduro.
La presencia de Guaidó en el discurso el martes fue una sorpresa debido a que ha buscado desde hace tiempo sostener una reunión con Trump, su aliado internacional más importante.
El sábado, Guaidó visitó Miami, no muy lejos del sitio donde Trump pasó el fin de semana en su complejo ubicado en Palm Beach, Florida, pero los líderes no se reunieron ahí. El venezolano ha emprendido una gira internacional de dos semanas que lo llevó primero a Colombia, luego a Europa y Canadá, donde buscó más ayuda internacional para derrocar a Maduro.
A principios del año pasado, el gobierno de Venezuela prohibió a Guaidó salir del país, luego de que fue objeto de una investigación y lo acusaron de violar la Constitución al desafiar a Maduro. Es la segunda ocasión que desobedece la prohibición, en ambas para reunir apoyo internacional corriendo el riesgo de ser arrestado en cuanto toque suelo venezolano.
El gobierno estadounidense prometió el miércoles “consecuencias muy graves” para Maduro si interfiere o lastima a Guaidó cuando regrese a Venezuela.
La Casa Blanca había dicho inicialmente que los medios podrían ingresar a la Oficina Oval durante la visita, pero cambió abruptamente de parecer y no permitió la entrada a los reporteros.