Centenares de migrantes centroamericanos que entraron en México por su frontera sur en los últimos días han sido obligados a regresar a Guatemala por los soldados mexicanos, enviados a centros de detención o regresados a Honduras, dijeron el martes las autoridades. Un número desconocido logró escabullirse y continuaba viajando hacia el norte.
La nueva caravana migrante ha servido a México de escaparate para mostrar al gobierno de Estados Unidos y a los migrantes que planeen hacer el trayecto que ha refinado su estrategia y producido el resultado deseado: que este contingente no pasará más allá de la frontera sur.
Se desconoce el trato dado a los migrantes que ya iban de regreso a los países de los que habían huido la semana pasada.
“México no tiene la capacidad de procesar a tanta gente de manera tan sencilla en un par de días”, dijo Guadalupe Correa Cabrera, profesora de la Universidad George Mason que estudia cómo se forman las caravanas.
Un contingente de miles de personas partió la semana pasada desde Honduras con la esperanza de que México les permitiera el paso, en un nuevo desafío a la estrategia del presidente Donald Trump de exigir a otros gobiernos que detengan el flujo de migrantes con destino a Estados Unidos.El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo que 2.400 migrantes ingresaron legalmente al país el fin de semana. Alrededor de 1.000 solicitaron a México asistencia para regresar a sus países. El resto se encuentran detenidos mientras inician su proceso para pedir refugio en México u obtener permisos temporales de trabajo que los confinarían al sur del país.
El martes en la tarde, el hondureño Jesús, que sólo dio su nombre de pila, descansaba en un albergue con su esposa y su bebé en Tecún Umán, Guatemala, sin saber qué hacer ahora.
“A nosotros no nos mantiene la política de ningún país. Si no trabajamos, no comemos, el maestro no nos da de comer, no mantiene a nuestros hijos”.
Las autoridades hondureñas dijeron que estaba prevista para el martes la llegada de 600 de sus ciudadanos en avión y autobús, y seguirían más en los próximos días.
Otros 1.000 migrantes habían intentado ingresar el lunes ilegalmente, vadeando el río Suchiate, y la mayoría fueron obligados a regresar o detenidos después, según las autoridades mexicanas.
La mayoría de los cientos de migrantes que estaban en territorio mexicano contiguo al río regresaron a Guatemala el lunes en la noche en busca de agua, alimentos y un lugar para dormir. El martes en la tarde, los primeros autobuses con aproximadamente 150 hondureños partieron de Tecún Umán para devolverlos a su país.
Las autoridades mexicanas no distribuyeron agua ni alimentos a quienes ingresaron ilegalmente, al parecer con el fin de desgastar a los migrantes.
Alejandro Rendón, jefe de departamento de la Secretaría de Bienestar Social, dijo que sus colegas repartían agua entre los migrantes que se entregaron o que fueron capturados por los agentes de migración, pero no entre quienes permanecían en la orilla del río porque hacerlo era peligroso para los trabajadores.
“Acá no es prudente venir porque no podemos poner en riesgo la integridad de los compañeros”, afirmó.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo el martes que el gobierno está intentando proteger a los migrantes al impedirles viajar ilegalmente por el país. Señaló que deben respetar las leyes mexicanas.
“Porque si no los cuidamos, si no sabemos quiénes son, si no tenemos un registro, pasan y llegan al norte, y los atrapan las bandas de delincuentes y los agreden, porque así era antes también”, afirmó. “Los desaparecían”.
La secretaria de Gobernación de México, Olga Sánchez Cordero, elogió la mesura de la Guardia Nacional y afirmó: “De ninguna manera ha habido un acto que pudiéramos llamar represión y ni siquiera molestia”.
Sin embargo, el embajador de Honduras en México, Alden Rivera, dijo que hubo casos de uso excesivo de la fuerza.
“Tuvimos ayer algunos incidentes de uso excesivo de la fuerza por parte de la Guardia Nacional. Hicimos una queja ante el gobierno de México”, afirmó el diplomático en entrevista con HCH Noticias sin dar detalles. Rivera reconoció que algunos migrantes lanzaron piedras contra los agentes mexicanos.
El secretario interino de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Ken Cuccinelli, tuiteó una fotografía de The Associated Press en la que se ve a un efectivo de la Guardia Nacional de México cuando tiene inmovilizado a un migrante. “Apreciamos que México esté haciendo más de lo que hizo el año pasado para interceptar las caravanas que intentan desplazarse ilegalmente en dirección norte hasta nuestra frontera sur”, agregó en su tuit.
Estados Unidos debe “estar muy satisfechos con su actuación, porque en realidad es su plan”, dijo Correa. Se “están felicitando a sí mismos porque en realidad el plan no fue de López Obrador”.
La profesora dijo que se trata de un asunto complicado para México y que la Guardia Nacional no debe estar desplegada en la frontera para enfrentar a los inmigrantes, porque no fue adiestrada para ese propósito. El gobierno “está mandando un cuerpo que no sabe y que no puede proteger derechos humanos porque están entrenados para hacer otro tipo de cosas”, agregó.
México anunció en junio que había decidido desplegar a su nueva Guardia Nacional para hacer vigilar la inmigración y evitar los aranceles que Trump había amenazado imponerle.
Darlin René Romero, de 25 años, y su esposa se contaban entre las pocas personas que pasaron la noche varadas entre el río y las autoridades mexicanas.
Durante la noche circularon rumores de que “podría pasar cualquier cosa, que estar aquí era muy peligroso”, declaró Romero. Sin embargo, la pareja procedente de Copán, Honduras, tendió una sábana en el suelo y pasó la noche a unos 20 metros de un contingente de la Guardia Nacional que formó una valla con sus escudos antidisturbios.
Ambos tenían confianza en que México les permitiría pasar para llegar a la ciudad norteña de Monterrey, donde vive una hermana de él.
La pareja considera impensable regresar a Honduras, de donde proviene la mayoría de los migrantes, debido a la pobreza y el peligro de las numerosas pandillas.