El presidente que resulte elegido en los comicios del próximo domingo en Venezuela recibirá un país con una compleja situación económica, que contrasta con sus ingresos petroleros y pone en duda el cumplimiento de las múltiples promesas heredadas de la recién concluida campaña.
Con 48 horas de silencio tras un campaña de apenas 10 días, los venezolanos se alistan para elegir entre el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles, quienes se deshicieron en ofertas electorales que abarcaron desde aumentos salariales hasta la construcción de obras de infraestructura.
Maduro, sucesor del fallecido gobernante Hugo Chávez, impulsor del socialismo del siglo XXI en el país, ha prometido mantener en alto las banderas de la revolución y el socialismo, especialmente en materia de programas sociales, conocidos en el país como misiones.
El actual presidente encargado prometió hospitales, construir un nuevo estadio de béisbol y uno de fútbol en Caracas, un fondo minero nacional, la ampliación de carreteras, teleférico y tres alzas salariales este año, que en total elevará hasta un 45 % el salario mínimo de 2.047 bolívares (unos 324 dólares), entre otras.
Por su parte, Capriles, que ha cuestionado la «regaladera» por parte de la actual Administración a aliados en otros países, ha dicho que prevé, con el apoyo privado, la construcción de unas 200.000 viviendas al año.
También un aumento salarial general del 40 % y ajustar en el mismo porcentaje las pensiones, así como la creación de un fondo para medicinas para pensionados, entre otras promesas.
Sin embargo, la cristalización de estos compromisos no es, a juicio de expertos, una tarea fácil por cuenta de un escenario económico en el país afectado por la devaluación de la moneda, una inflación de dos dígitos y un control cambiario vigente desde 2003 que ha derivado en desabastecimiento en un país importador.
«Quien resulte electo el domingo (…) efectivamente no la va a tener fácil. Hay unos problemas apremiantes que tiene la economía venezolana que necesitan solución, que se han venido acumulando», declaró a Efe el director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros.
Mencionó entre los problemas la escasez, el desabastecimiento, los servicios básicos, especialmente la energía eléctrica, así como un «exceso de burocratismo», ineficiencia en las empresas públicas y la corrupción.
Opinó que «llegó el momento» de que se tomen «algunas medidas» y estimó que la «naturaleza» de estas dependerá «del signo o de quien resulte electo», aunque apuntó que es «apremiante» que se atiendan aspectos como el cambiario, fiscal, petrolero y de regulación de precios.
En la misma línea se pronunció el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, quien recientemente advirtió en su cuenta en la red social Twitter que «cualquiera que gane la Presidencia, lo estará esperando matraca de crisis económica represada por la fiesta electoral».
León advirtió que «con el mercado cambiario bloqueado, el país se ha convertido en un corral en el que toda la plata quiere salir y ninguna entrar» e incluso anticipó que «cualquiera que gane con margen estrecho podría tener dificultades para provocar los cambios indispensables para estabilizar la economía».
«La chequera no está para eso», apunto, entretanto, el economista Francisco Faraco, quien señaló que, según sus cuentas, se han «dilapidado un millón de millones de dólares», pero destacó como ventajas de Venezuela el hecho de ser un «país bendito por la naturaleza» y fundado sobre «un enorme lago de petróleo».
EFE