Una jornada que pintaba pacífica en la mañana se empañó por la acción de encapuchados que armados con piedras y bombas molotov atacaron varios edificios públicos en el centro de Bogotá, como la alcaldía y el Congreso.
Esto ocasionó que la policía antidisturbios dispersara a los manifestantes que se concentraban en la Plaza de Bolívar.
Sin embargo, a esta hora las protestas se mantienen en la capital. Los ciudadanos desde sus casan han salido a las ventanas, a las esquinas de sus barrios a manifestarse a golpe de cacerola pitos y arengas, informa el corresponsal de Infobae Jorge Cantillo.
En la localidad de Chapinero hay personas concentradas en las esquinas que con cecerola en mano continúa expresando su malestar con el Gobierno de Iván Duque.
En otros sectores como La Macarena, la gente volvió a salir a la calles a levantar su voz y rechazar los actos vandálicos que tomaron protagonismo en algunos momentos de la jornada.
“Estábamos con las cacerolas desde las casas pero la policía se paseó por todo el barrio así que los vecinos salimos espontáneamente a la calle a hacer ruido, pero sin violencia y sin vandalismo. Así nos seguiremos manifestando”, afirmó un habitante de La Macarena.
En el norte de Bogotá también se está presentando un cacerolazo masivo. Este tipo de protesta en la capital no es usual, pero ha sido la manera que encontró la gente para seguir manifestándose después de que las concentraciones fueran dispersadas por la Fuerza Pública.
La alcaldesa electa de Bogotá, Claudia López, también destacó el espontáneo e inédito cacerolazo en la ciudad y así como lo hizo en la tarde, cuando acudió a la Plaza de Bolívar para saludar a los manifestantes, destacó que la protesta pacífica es un derecho de los ciudadanos al cual no pueden renunciar.
Más de un millón de personas en la calle
Decenas de miles de colombianos protagonizan este jueves una de las marchas más robustas de los últimos tiempos en contra de las políticas del presidente, cuyo gobierno conservador luce debilitado tras quince meses en el poder. El diverso y abultado grupo de convocantes -sindicatos, estudiantes, indígenas, artistas, ambientalistas y partidos opositores- lidera un “paro nacional” contra los lineamientos políticos económicos, sociales y de seguridad del mandatario, justo cuando su popularidad está en rojo.
Aunque no coincidieron en un cálculo definitivo, cuatro voceros de organizaciones que promovieron el paro aseguraron a la AFP que más de un millón de personas se manifiestan en todo el país. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, por el contrario, las estimó en cerca de 200.000 hasta las 16:00, hora local.
Una batalla campal entre vándalos encapuchados y la Policía se desató en la Plaza de Bolívar de Bogotá al cierre de las manifestaciones. Los encapuchados atacaron a los uniformados y arrojaron objetos, entre ellos cócteles molotov, en un intento de ingresar al Capitolio Nacional y al Palacio Liévano, sede de la Alcaldía.
Los vándalos también rompieron las barreras que protegían la estatua del Libertador Simón Bolívar, ubicada en el centro de la Plaza, y las mallas que protegían las fachadas de edificios del sector.
En la ciudad de Cali, las autoridades impusieron un toque de queda en la ciudad de Cali desde las 19:00 hasta las 06:00 del viernes tras “hechos violentos” y “saqueos” que dejaron al menos siete policías y un estudiante heridos.
Más temprano, la policía (Esmad) había dispersado a un grupo de estudiantes que intentaban llegar al Aeropuerto de El Dorado, en Bogotá. Según reportó el diario El Tiempo, jóvenes encapuchados se enfrentaron con la policía, arrojándoles piedras y objetos a los uniformados, cuando éstos les impidieron el paso hacia la estación aérea.
Con palos y piedras, encapuchados atacaron una tanqueta del Esmad que les disparaba chorros de agua. Los agentes antidisturbios lanzaron bombas aturdidoras, reportó Noticias Caracol.
Antes, una multitud había llegado a la plaza Bolívar, donde entonó el himno nacional.
“Este paro está programado por 24 horas, pero si el gobierno no hace un pronunciamiento respecto a las solicitudes de los manifestantes, muchos de nosotros nos mantendremos en el paro de manera indefinida”, dijo a AFP Óscar Romero, directivo de la Central Unitaria de Trabajadores, uno de los principales sindicatos.
Las manifestaciones acompañaron una jornada marcada por la interrupción casi completa de la actividad económica por el Gran Paro Nacional, convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) para expresar su malestar y preocupaciones a Iván Duque.
En Medellín, uno de los lugares con más asistencia, el ex comandante máximo de la ex guerrilla FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), pidió al presidente que escuche las reivindicaciones. “Espero que escuchen al pueblo, tengo la esperanza de que razonen”.
En algunos pasos de la capital de Antioquia los marchantes cantaban “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros, canción símbolo de las protestas en Chile.
También las organizaciones de estudiantes -quienes reclaman más recursos para la educación pública-, los indígenas -que exigen protección después del asesinato de 134 campesinos durante le mandato de Duque- y opositores de todo tipo respaldaron las convocatoria.
A principios de la semana el Ministerio del Interior había publicado un decreto que facultaba a todos los alcaldes del país a decretar el toque de queda, reducir movilidad en los espacios públicos y aplicar la ley seca en sus municipios con motivo de las marchas.
Duque, quien reconoció la legitimidad de algunos reclamos, seguía el desarrollo del paro en un puesto de mando unificado en Bogotá con las más altas jerarquías militares y policiales, y los ministros de Defensa e Interior.
“No se puede invocar derechos para pasar por encima de los derechos de los demás”, dijo temprano, en referencia a posibles actos vandálicos y afectación a la movilidad.
Antes de la protesta social, el gobierno cerró las fronteras y desplegó militares en algunas ciudades apelando a mantener el “orden público”. También expulsó a al menos 24 venezolanos acusados de querer infiltrar las marchas y la policía realizó controvertidos allanamientos contra centros culturales y medios de comunicación alternativos.
Desde la mañana del jueves, los manifestantes se concentraron en más de 400 puntos en todo el país, además de bloquear varios bloqueos al transporte público.
La jornada de protesta fue convocada originalmente en rechazo al anuncio de reformas laborales y de pensiones, pero a la que se han sumado diversas razones y promotores que en general expresan un marcado descontento por la administración del actual presidente.
El Gobierno tenía preparado un dispositivo policial y militar en todo el país para evitar disturbios. “Al tiempo que reconocemos el valor de la protesta pacífica, también garantizaremos el orden”, había advertido Duque el miércoles durante un discurso televisado.
Además, el espejo de las protestas sociales de países vecinos como Ecuador, Bolivia o Chile, sumado al creciente descontento contra un Gobierno que en poco más de un año de gestión ya alcanzó el porcentaje de rechazo más alto que haya registrado un mandatario en la última década (69% de desaprobación), han ampliado los motivos para que los colombianos salgan a las calles y han generado un fuerte clima de tensión por la respuesta que pueda tener el Gobierno frente a las protestas.
El reciente escándalo por el asesinato de por lo menos ocho niños en un bombardeo del Ejército a un presunto campamento de disidencias de las FARC, que ocasionó la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, y el mal manejo que le dio Duque a la crisis, terminaron de caldear los ánimos ciudadanos y de sumar más razones para movilizarse.