Una serie de sanciones nuevas por parte de Estados Unidos. Un embargo a las ventas europeas de armas. La acusación a un banco turco estatal. Amenazas de aislar a Turquía dentro de la OTAN. Un aumento de solidaridad con la causa kurda a nivel mundial. Y el Ejército sirio de regreso en el norte de Siria.
Siguen aumentando los problemas para el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, cuya invasión del norte de Siria la semana pasada, territorio controlado por los kurdos, empeoró las relaciones de por sí tensas con sus aliados estadounidenses y europeos, y transformó radicalmente las líneas de batalla y las alianzas de la guerra siria que se ha librado durante ocho años.
Sin embargo, por desafiante que parezca el predicamento de Erdogan desde un punto de vista externo, los analistas dicen que es muy probable que mejore su posicionamiento en Turquía, conforme el conflicto atice un sentimiento nacionalista que ya es sólido en el país.
También enmascara el cumplimiento casi total de uno de los objetivos de política exterior más importantes del presidente: deshacerse del dominio de una milicia kurda hostil en un gran tramo de la frontera, y fracturar la alianza de Estados Unidos con un grupo que Erdogan considera una amenaza existencial para el Estado turco.
Todo eso ha dificultado más que la oposición se una en contra de Erdogan, o que incluso lo critique, y ha reforzado la narrativa del presidente acerca de que él y Turquía son las víctimas de una conspiración internacional.
“Los estadounidenses, los europeos, los chinos, los árabes… todos unidos en contra de Turquía”, señaló el miércoles la primera plana de Sozcu, un diario que generalmente se opone firmemente a Erdogan. “Adelante”.
En las últimas semanas, el equipo nacional de fútbol de Turquía ha respaldado la campaña de Erdogan haciendo el saludo militar en dos partidos internacionales. Los cantantes de pop han expresado su apoyo en las redes sociales. Incluso el dirigente de la feria artística más grande de Turquía envío un correo a todos los contactos de su lista internacional para condenar la “propaganda negra” de la cobertura que han dado los medios internacionales al operativo militar.
“En general, este operativo ha sido un éxito”, dijo Ozgur Unluhisarcikli, un analista que dirige la oficina de Ankara del German Marshall Fund de Estados Unidos, un centro de investigación con sede en Washington.
Turquía se ha opuesto desde hace tiempo a la influencia de una milicia kurda siria, conocida por sus iniciales en kurdo como YPG, pues nació de un movimiento guerrillero que ha librado una insurgencia desde hace décadas contra el Estado turco. Los funcionarios turcos se sintieron alarmados cuando la milicia se apoderó de zonas del norte de Siria en 2012, después de una retirada de las fuerzas del gobierno en medio del caos de la guerra civil siria.
Ankara comenzó a preocuparse más cuando la milicia expandió su control aliándose con las fuerzas militares estadounidenses con el fin de expulsar al grupo del Estado Islámico de la región fronteriza.
Turquía enfureció debido a la protección que Estados Unidos le ofreció a la milicia durante casi media década, lo cual animó al grupo a desdibujar su identidad cambiando su nombre y reclutando a más combatientes que no fueran kurdos.
No obstante, esta paz frágil se acabó la semana pasada cuando el presidente Donald Trump ordenó que los soldados estadounidenses se retiraran de la frontera entre Turquía y Siria. Eso permitió que las fuerzas turcas invadieran el territorio, provocó que las fuerzas terrestres estadounidenses y sus aliados internacionales abandonaran sus bases en la zona, y obligó a los kurdos a solicitar protección de los soldados del gobierno ruso y sirio.
La intervención de Rusia y Siria ocurrió más rápido de lo que se esperaba, y es probable que evite que Erdogan cree una zona de contención a lo largo de la frontera, como era su intención.
Sin embargo, sí lo ayuda a lograr su objetivo principal, dijo Unluhisarcikli.
“¿Cuál es el objetivo de Turquía? La meta es evitar que las YPG controlen territorio en el noreste de Siria”, dijo Unluhisarcikli. “Sin importar si es a causa de Turquía o del régimen sirio, el control de las YPG se ha debilitado”.
Erdogan alguna vez tuvo la esperanza de derrocar al presidente sirio Bashar al Asad, pero ahora parece considerarlo un mal menor en comparación con la milicia kurda. El miércoles, le dijo a un grupo de reporteros que podría aceptar que el régimen de Asad volviera a la ciudad de Manbij, con la condición de que expulsara a los combatientes kurdos de la zona.
“No nos preocupa mucho estar en Manbij”, dijo Erdogan. “Solo tenemos una inquietud: Rusia o el régimen deben expulsar de ahí a las YPG”.
Hizo un llamado para que los combatientes kurdos que luchan con sus soldados en el noreste de Siria dejaran las armas y se retiraran de la zona fronteriza “esta misma noche”.
Hafez al Asad, predecesor y padre de Bashar al Asad, proporcionó a las guerrillas kurdas, que combaten al Estado turco, refugio y espacio para organizarse en Siria en las décadas de 1980 y 1990, y Erdogan quizá tema un resultado similar.
No obstante, su hijo ha prometido en repetidas ocasiones restablecer el control en cada centímetro de Siria, y pocos creen que vaya a permitir que los kurdos sirios mantengan su nivel actual de autonomía.