Cuando la precandidatura de Donald Trump despertaba comentarios burlones, en 2015, la enorme cantidad de competidores dentro el Partido Republicano también era un factor que se señalaba como risible: eran 17. En 2019 el Partido Demócrata rompió ese récord, y son tantos los que buscan la nominación —20— que los debates se dividieron en dos noches en Miami: hoy y mañana.
Los estadounidenses escuchan por primera vez a senadores, representantes y funcionarios —un gobernador y dos alcaldes entre ellos— que quieren tener la dura tarea de competir con Trump, quien aspira a un segundo periodo en la Casa Blanca, el año próximo. Afuera quedaron otros 14 políticos que no lograron los criterios partidarios: obtener 65.000 donaciones para sus campañas, con al menos 200 en 20 estados diferentes, o llegar al menos al 1% en tres encuestas nacionales.
La primera en hablar, la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, vistió durante la tarde un centro de detención para niños inmigrantes solos, en Homestead, al sur de la península de la Florida. También lo hizo otra de las precandidatas que llegaron hasta el Adrienne Arsht Center para la primera noche demócrata, la senadora de Minnesota Amy Klobuchar.
Si el 71% de los estadounidenses creen que la economía marcha bien (y el 60% de los demócratas), ¿los cambios que propone Warren podrían ser peligrosos? La senadora eligió cuestionar la primera pregunta de la noche: «La economía marcha bien para los que tienen dinero, pero no para todos los demás».
Habló de los más ricos en la cima de la pirámide, de las empresas farmacológicas, de los administradores de cárceles privadas, y a cada caso le opuso el del ciudadano común que sufre por sus operaciones. Recibió, apenas comenzada la noche, una ovación.
Los demás contendientes que el Comité Nacional Demócrata (DNC) eligió para el miércoles 26 son el ex representante (y carismático candidato a gobernador de Texas) Beto O’Rourke; el senador por Nueva Jersey Cory Booker; el hispano, y ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Barack Obama, Julián Castro; el gobernador del estado de Washington, Jay Inslee; el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio; el congresista por Ohio Tim Ryan; el ex representante de Maryland John Delaney y una de los de Hawaii, Tulsi Gabbard.
Kobluchar («No todo el mundo comparte la prosperidad»), Booker («Esta economía no funciona para el estadounidense promedio sino para las grandes empresas que pagan cero dólares en impuestos como Amazon»), O’Rourke (en discurso bilingüe) y Castro eligieron orientaron sus respuestas al aspecto económico de las preguntas que habían recibido.
La segunda ovación fue para el hispano: «Crecí con una madre que nos crío a Joaquín y a mí sola. Sé lo que es luchar, sé cómo viven las madres que cobran menos sólo por ser mujeres. Haré que pase una ley de igualdad de derecho salarial». Cuando los aplausos mermaron, Castro agregó: «Se ha pasado ya la hora».
El tema de la inmigración también causó voces elevadas. Hubo varias menciones a la foto de los cadáveres abrazados de Oscar Martínez y su hija de menos de dos años, que intentaron cruzar el río Bravo. «Esa foto trágica —y lo digo como padre— no pertenece a nuestro sistema de valores. A los espectadores: si ustedes creen que el sueño americano les ha sido arrebatado, eso no lo hicieron los inmigrantes: lo hicieron las corporaciones, el 1% lo hizo», dijo De Blasio.
O’Rourke recibió la pregunta en castellano (también lo haría, al cerrar, Castro, quien dijo «Adiós a Donald Trump»), y la respondió de manera bilingüe: qué haría al respecto su primer día en la Casa Blanca: «Tratar a cada persona con el respeto y la dignidad que merecen como humanos. No vamos a echar a Valeria y su padre Oscar. No pondremos a los niños en jaulas. No encarcelaremos a las familias que huyen de la violencia en el mundo».
Castro lo interrumpió: «Eso no es lo central. Lo central es que tenemos leyes que criminalizan que alguien ingrese sin documentación en el país. Hay que derogar la normativa que lo convierte en delito». Al respecto, Klobuchar destacó que estaría dispuesta a mirar la propuesta De Castro de que el ingreso sin documentos no sea un delito sino una ofensa civil, «siempre que se tomen provisiones de cuidado contra los traficantes de personas».
Cuando se pidió que levantaran la mano aquellos que quisieran «abolir el sistema privado de salud y crear uno público», sólo dos lo hicieron: Warren y De Blasio. Comenzó así uno de los segmentos más fuertes del debate.
«Las familias van a la quiebra por salud. Y no hablo de familias que no tienen seguro, sino precisamente de gente que tiene», dijo Warren. El sistema actual «deja a la gente con altas primas, altos co-seguros y una lucha constante para que las empresas cubran algo». ¿Su solución? Hacer universal el sistema público, al que sólo acceden hoy menores pobres, discapacitados y jubilados, Medicare. «La salud es un derecho humano básico», dijo, y además de aplausos recibió el asentimiento de varios de sus competidores.
Muchos coincidieron en que un sistema mixto, que garantice un piso de salud básico y también permita que las personas que deseen algo mejor contraten seguros privados, era una alternativa.
Se esperaba que el cambio climático fuera uno de los temas centrales de la conversación demócrata: la elección del 2020 será, se espera, la primera en que será una cuestión decisiva. Inslee, que tiene responsabilidades ejecutivas como gobernador del estado de Washington, dijo que esta generación de políticos «es la primera que siente en carne propia el cambio climático y la última que puede hacer algo. Es una crisis. Es una emergencia», enfatizó y habló de las prácticas de energía limpia que impulsó desde Seattle.
«¿Quién hará de esto una prioridad? Yo digo que tiene que ser el principio organizador para movilizar a los EEUU. Y para generar trabajos», agregó. En énfasis lo siguió Castro, quien aseguró que lo primero que haría sobre esta cuestión si fuera presidente sería «volver al Acuerdo de París».
O’Rourke prometió un plan de USD 5 billones para que los Estados Unidos abandonaran los combustibles fósiles, lo cual reduciría a la mitad las emisiones de gases del efecto invernadero hacia 2030. Ryan llamó la atención sobre el costo de compensar por la emisión de carbono: «Hay que ser realista», advirtió.
El tema del derecho al aborto estuvo presente en el segmento sobre salud: lo sobrevoló O’Rourke y lo mencionaron Warren y Castro (quien, además, dijo que cree en la «libertad reproductiva» y la «justicia reproductiva» también para personas transgénero), pero Inslee se jactó de ser «el único candidato aquí que ha firmado una ley que protege los derechos de una mujer a la salud reproductiva y el seguro de salud». Klobuchar ironizó: «Sólo quería agregar que aquí hay tres mujeres que hemos luchado bastante por el derecho de las mujeres a elegir».
Warren agregó que dado que la mayoría de los estadounidenses apoyan la sentencia de la Corte Suprema a favor del derecho al aborto, Roe versus Wade, «es hora de hacer una ley federal» para evitar retrocesos como se han dado recientemente en varios estados.
Trump no fue particularmente atacado, o siquiera muy mencionado, durante el debate demócrata del miércoles 26; la cobertura de los medios destacó la ausencia del tema de impeachment y la investigación del fiscal especial Robert Mueller. La senadora Klobuchar volvió a aportar sarcasmo a la noche, al sobrevolarlo. Al responder una pregunta sobre la tensión entre los Estados Unidos e Irán, dijo: «Creo que no deberíamos desarrollar nuestra política exterior en bata y a las 5 de la mañana».
Tampoco el presidente se manifestó sobre le encuentro, hasta que tuiteó que se aburría. Pero luego una interrupción técnica forzó el relleno de los minutos con encuestas y comparaciones. Trump volvió entonces a su cuenta de Twitter: «NBC y NSNBC deberían estar avergonzados por haber sufrido un desperfecto técnico tan horrible en el medio del debate. ¡Realmente poco profesional y sólo propio de una organización de noticias falsas, que es lo que son!»
Los derechos civiles, la discriminación de la comunidad LGBTQ, el racismo, el estancamiento económico de los trabajadores, la violencia por armas de fuego («Siete menores murieron hoy por la violencia de armas. Es una emergencia nacional de salud en este país», dijo Warren), el terrorismo internacional, China, Rusia, las nominaciones a la Corte Suprema y la educación fueron otros de los temas que marcaron la primera noche demócrata.
Dado que, de los cinco favoritos según las encuestas, sólo estuvo Warren, la noche más fuerte será la del jueves, cuando hablarán los otros cuatro: el ex vicepresidente Joe Biden, el senador por Vermont Bernie Sanders, la senadora por California Kamala Harris y el alcalde de South Bend, en Indiana, Pete Buttigieg.
También en el escenario del 27 estarán el senador por Colorado Michael Bennet, la senadora por Nueva York Kirsten Gillibrand, el ex gobernador de Colorado John Hickenlooper, el congresista por California Eric Swalwell, la gurú espiritual Marianne Williamson y el emprendedor Andrew Yang.
Del mismo modo que Trump eligió Orlando para lanzar oficialmente su campaña en un estadio para 20.000 personas, los demócratas comienzan en Miami su apelación al votante estadounidense. El estado de la Florida no sólo puede favorecer tanto a republicanos como a demócratas (por sus resultados, por ejemplo, se definió la selección de George W. Bush en 2000 sobre Al Gore) sino que aporta 29 votos cruciales para obtener los 270 que se necesitan en el Colegio Electoral.
Los dos debates, de 9 a 11 de la noche, se transmiten por NBC, MSNBC y Telemundo, y cuentan con una lista de moderadores que compite en extensión con la de oradores: Lester Holt (de Nightly News), Savannah Guthrie (Today), José Díaz-Balart (Telemundo), Chuck Todd (Meet the Press) y Rachel Maddow (MSNBC).
Tal como anunció NBC News, los candidatos contaron con 60 segundos para responder preguntas y 30 segundos para responder a una re-pregunta; no pudieron hacer una presentación introductoria pero sí un cierre al final del debate. El límite de tiempo estuvo siempre presente: a varios hubo que interrumpirlos, y en muchas ocasiones.
Ni Biden, ni Sanders ni Warren necesitan la exposición de estas presentaciones, observaron los analistas; en realidad, Biden ha cometido algunos errores al hablar en público, y la ocasión se prestaría para eso. En cambio, figuras como Buttigieg O’Rourke, Booker o Harris se podrían beneficiar de causar una buena impresión al público..