Los bancos de Chipre comenzaron hoy a regresar a una cierta normalidad, si bien con severas restricciones al movimiento de capitales, y lo hicieron de forma ordenada, aunque muchos clientes sentían preocupación por el futuro de sus ahorros.
El mediodía había sido fijado como la hora en que empezarían a dar servicio las entidades financieras tras trece días de corralito, y especialmente en los bancos que estarán sujetos a la reestructuración, el Banco de Chipre y el Popular (Laiki), los dos mayores del país, se formaron colas de hasta 30 personas, esperando a la apertura de puertas.
Se trataba en su mayoría de personas sin tarjetas bancarias, que no habían podido sacar dinero de los cajeros durante el corralito, o de clientes que necesitaban depositar sus cheques o preguntar por el tipo de transacciones que se les permitirá realizar dentro de las severas limitaciones impuestas por el Gobierno.
Era el caso de Jrisalia, una anciana que hacía calceta frente a una sede del Banco de Chipre, y expresaba su rabia llamando «rufianes» a los banqueros y a los políticos por no permitirle el acceso a su pensión.
Más trágica era la historia de Eduardos, un inmigrante griego residente en Chipre desde hace tres años y desempleado desde hace uno, que había acudido al Banco Popular para tratar de retirar sus ahorros, algo que no pudo hacer por las restricciones impuestas.
Durante el corralito, su tarjeta de débito no funcionaba, por lo que se vio obligado a vender su vehículo por 700 euros para tener algo de efectivo.
«Mi mujer es la única que trabaja, pero cobra en cheques y no podemos cobrarlos. Ahora, con el dinero del coche, he comprado el billete de vuelta a Grecia», lamentaba mientras sostenía en brazos a su hija de dos años.
Según la directiva del Ministerio de Finanzas, no se puede extraer más de 300 euros al día de las cuentas bancarias y está prohibido sacar del país más de 1.000 euros, sea por transferencia o físicamente.
Los mayores problemas de los clientes tuvieron que ver con los cheques, que no se pueden canjear por dinero sino sólo depositar en cuenta y, además, sólo en las del banco emisor.
«Hay mucha incertidumbre porque yo tengo la cuenta en el Popular y, por lo que oigo, mis empleados no podrán ingresar sus cheques del salario a menos que tengan cuenta en ese banco. No sabemos que va a pasar», explicó Anthi, propietaria de un bar que, con todo, no tenía previsto pasarse estos días por el banco, esperando que se aclare la situación.
El número de policías y guardas de seguridad privados se incrementó en torno a las sedes bancarias, pero la jornada transcurrió en calma.
De hecho, dos horas después de la apertura, apenas había clientes dentro de los bancos y el presidente chipriota, el conservador Nikos Anastasiadis, agradeció a los ciudadanos la «madurez» y «responsabilidad» que mostraron durante el día.
En respuesta a la crisis, el Gobierno anunció que el salario del presidente, hasta ahora de 158.551 euros anuales, se reducirá en un 25 %, y el de los ministros en una quinta parte.
Además, el Ejecutivo conservador chipriota explicó que ha conseguido negociar con la troika de acreedores que los fondos del Gobierno, los municipios y las universidades queden excluidos de la quita que sufrirán los depósitos superiores a 100.000 euros del Banco de Chipre y del Popular.
En principio, las restricciones sobre el movimiento de capitales serán revisadas día a día durante una semana, aunque el ministro de Exteriores, Ioannis Kasulidis, dijo hoy que prevé que estén en vigor «aproximadamente durante un mes».
Ahora resta saber qué efecto tendrán sobre la economía de Chipre estas restricciones -que suponen una brecha en la libertad de movimiento de capitales, uno de los pilares del mercado común europeo- y la reestructuración bancaria, con la quita de depósitos y la pérdida de puestos de trabajo que conllevará.
Las previsiones de todos los analistas coinciden en que la economía de la pequeña nación isleña nunca volverá a ser como fue.
María, una de las personas que se aprestaron a hacer la cola frente a su sucursal bancaria, lamentaba que su país no hubiese aceptado el primer acuerdo del Eurogrupo, que incluía una tasa a los depósitos de hasta el 9,9 %: «Si lo hubiésemos aceptado, quizás ahora no estaríamos en esta situación».
Andrés Mourenza/Nicosia, 28 mar (EFE).-