Australia confirmó, coronó a dos deportistas que, aunque tienen vidas diferentes la una de la otra, guardan en común ser los más grandes del tenis en los últimos meses.
Se colgaron hace cuatro meses las coronas que los distinguían como los amos de Nueva York (EE. UU.) en el US Open, y este fin de semana volvieron a hacer, con sus magistrales recitales, que las cámaras se centraran en ellos.
Novak Djokovic y Naomi Osaka fueron los justos campeones del primer grand slam del año. El preciso swing de sus golpes no tiene rival en el mundo; son los reyes deporte blanco.