El inconformismo de varios grupos de manifestantes se hicieron escuchar este sábado y domingo en varias ciudades de Canadá.
Homologando a los chalecos amarillos franceses, los protestantes lucían también los llamativos chalecos amarillos.
Las protestas van en contra del Gobierno de Justin Trudeau que, afirman, le ha dado la espalda a la industria petrolífera, impone un plan para gravar las emisiones de carbono. Otro de los puntos de los manifestantes es la apertura a la inmigración. “Trudeau traidor” y “Canadá primero” son dos de las frases más leídas en pancartas y redes sociales.
Las manifestaciones que han congregado a cientos de personas, se desarrollaron en Alberta, Manitoba y Saskatchewan.
La extracción de hidrocarburos –concentrada sobre todo en el oeste- atraviesa momentos complicados. El precio del barril canadiense es bajo y las empresas tienen dificultades para transportar este recurso.
El Gobierno de Alberta calcula que se dejan de ingresar cada día 80 millones de dólares canadienses. En junio, Trudeau anunció la nacionalización del oleoducto Trans Mountain, en una operación de 2.400 millones de dólares.
Sin embargo, la ampliación de este proyecto para enviar millones de barriles adicionales a la Columbia Británica se encuentra paralizada después de que un juez federal decretase que los grupos indígenas no fueron suficientemente consultados.
Asimismo, el Gobierno canadiense anunció la semana pasada un plan de ayuda al sector petrolífero por 1.600 millones de dólares. Los canadienses expresan también su oposición al plan de impuestos al carbono establecido por Trudeau para las provincias que no cuenten con un programa propio el próximo año.
Los manifestantes lo consideran una intromisión federal y un freno al desarrollo económico. Los manifestantes también han mostrado su inconformismo en referencia al Pacto Mundial para la Migración. El sábado, la policía de Edmonton tuvo que intervenir para disolver un enfrentamiento entre los grupos antagónicos.
En unas cortas declaraciones, Trudeau respondió a las protestas afirmando; que los políticos conservadores confunden a algunas personas con discursos que relativizan la protección medioambiental y promueven actitudes negativas hacia los inmigrantes. “Es peligroso cuando se recurre a las emociones y no a los hechos. No son las opiniones de la mayoría de los canadienses”, concluyo el primer ministro.