Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, en enero de 2017, su administración se sumió en una caótica dinámica, que se refleja en las cerca de 30 renuncias y despidos de funcionarios que hacían parte de su “círculo cercano”. El presidente se ha ido quedando sin colaboradores y, lo que es más grave, pocos de los que quedan parecen tenerle algo de lealtad.
El caso más reciente es el de Omarosa Manigault-Newman, su exasesora y exparticipante de su reality The Apprentice, quien afirmó en un libro que “Trump muestra un declive mental innegable”. Hay más casos como este.
Pero el artículo de opinión anónimo titulado “Soy parte de la resistencia dentro de la administración Trump”, publicado por The New York Times, pinta un panorama aterrador. La nota señala que el propio equipo de Trump lo ve como un peligro para la nación. “Creemos que nuestro primer deber es con este país, y el presidente continúa actuando de manera perjudicial para la salud de nuestra república”, escribió el funcionario (cuyo nombre conoce el NYT) y quien añadió que “la raíz del problema es la amoralidad del presidente”.
“Muchos de los altos funcionarios de su propia administración están trabajando diligentemente desde dentro para frustrar parte de su agenda y sus peores inclinaciones”, dice la columna. “Lo sé. Soy uno de ellos”.
El autor del artículo describió una presidencia de “dos vías”: en una Trump dice una cosa y en la segunda su equipo hace otra, por ejemplo en lo que llamó la “preferencia (del presidente) por autócratas y dictadores”. Y los funcionarios trabajan activamente para aislarse del estilo de liderazgo “impetuoso, confrontativo, insignificante e ineficaz” del presidente, afirmó el alto funcionario. Le puede interesar: La furia de Trump por columna anónima escrita por un funcionario de la Casa Blanca
“¿Traición?”, tuiteó Trump en respuesta al artículo de opinión y comenzó la caza de brujas. Tanto el vicepresidente, Mike Pence, como el secretario de Estado, Mike Pompeo, negaron ser los autores del artículo. Hay cerca de 20 sospechosos. “La lucha surrealista entre el señor Trump y al menos algunos de los miembros de su propio equipo ha caracterizado su mandato desde el principio, pero se extendió a la opinión pública al plantearse preguntas sobre la capacidad del presidente para gobernar y las responsabilidades y deberes de las personas que trabajan para él”, señaló The New York Times.
El libro Fear: Trump in the White House (Miedo: Trump en la Casa Blanca), que saldrá a la venta el 11 de septiembre, pero del que se han publicado algunos apartes, revela la misma aterradora realidad. La obra, de autoría del veterano periodista Bob Woodward, perfila una Casa Blanca llena de asesores alarmados y frustrados que intentan contener a diario los impulsos más extremos del errático e iracundo presidente.
Uno de los temas principales es la supuesta incompetencia de Trump a la hora de lidiar con crisis internacionales, como el presunto ataque químico que las fuerzas leales al presidente sirio, Bashar al Asad, lanzaron en abril de 2017. “¡Matémoslo de una puta vez (a Al Asad)! Hagámoslo. Metámonos ahí y matemos a toda esa puta gente”, exhortó Trump en una conversación telefónica con su secretario de Defensa, James Mattis, según un extracto del libro publicado por el diario The Washington Post.
El veterano periodista, cuyo trabajo sobre el caso Watergate contribuyó a la dimisión del presidente Richard Nixon (1969-1974), explicó que basó su libro en entrevistas con testigos de los entresijos de la Casa Blanca, que hablaron bajo condición de anonimato. ¿Anonimato?
David A. Graham, en un artículo en The Atlantic, criticó tanto el libro como el editorial. Se pregunta por qué tanta gente está dispuesta a hablar mal de forma anónima en contra de Trump y cuestiona las intenciones. “Un golpe antidemocrático”, plantea. “El artículo y el libro de Woodward coinciden en algo: funcionarios roban documentos, actúan por su cuenta y simplemente ignoran las órdenes del presidente”, señala. Lea también: El célebre periodista Bob Woodward retrata a un Trump inculto y paranoico
Ya antes, en la administración de Richard Nixon, miembros del gabinete sabotearon así. “El secretario de Defensa, James Schlesinger, preocupado por el consumo excesivo de alcohol de Richard Nixon, ordenó a los generales no lanzar ningún ataque sin que él lo autorizara”, señala The Atlantic.
La diferencia acá es que los saboteadores son los propios designados del presidente y colaboradores cercanos. “Esto es asombrosamente miope (…) cualquier situación en la que los funcionarios no electos están saboteando al presidente mediante un golpe suave ya es una crisis constitucional (…) Al hablar de que se enfrentaron al presidente a puerta cerrada, estas figuras esperan pulir su reputación y distanciarse de la mancha que la Presidencia de Trump deja en todos los que toca. Al hacerlo se han metido en otra búsqueda muy cuestionable”, plantea David Graham. ¿Una traición, como dice Trump?