En un operativo realizado por las autoridades fue capturado en las últimas horas en Cúcuta, Norte de Santander, Santiago Gallón Henao, investigado por la Fiscalía por el delito de narcotráfico. También fue incluido en la lista Clinton, por sus vínculos con la ‘Oficina de Envigado’ como parte de una acción de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac, por sus siglas en inglés) dirigida a individuos identificados como financistas criminales, narcotraficantes o colaboradores aliados con la Oficina de Envigado”, informó en su momento el departamento del Tesoro.
Gallón fue vinculado por el ente investigador a una organización ilegal encargada de camuflar cocaína en comida para perros y gatos. Según el expediente estaba integrada por profesionales en química, inversionistas y un equipo logístico encargado de establecer rutas para la salida de los productos a países de Europa. En noviembre pasado 18 personas fueron capturadas, entre ellas un británico. “El equipo químico ingresaba al área, ponía en marcha la transformación de la cocaína en productos veterinarios y agropecuarios, y en dos días salía del lugar. En incautaciones y controles técnicos se detectó la elaboraron de concentrado para perros, arena sanitaria para gatos, fertilizantes, polvo palmito y cocaína líquida; y la utilización de múltiples sustancias controladas, esencias y colorantes para lograr que el estupefaciente tuviera similitud en forma, olor, textura y apariencia a los productos lícitos”, detalló el organismo investigativo en su momento.
Este no es el único lío judicial que ha enfrentado Santiago Gallón, con su hermano Pedro fueron vinculados a la investigación por el asesinato de ell futbolista de Atlético Nacional y la Selección Colombia Andrés Escobar en julio de 1994. Varios testigos dijeron que ellos estuvieron en el lugar del crimen. Esa madrugada Humberto Muñoz Castro, chofer de los hermanos Gallón Henao, le descargó seis balas al jugador. “Andrés no llegó a provocar una pelea, tanto que no se bajó nunca de su carro, sólo bajó la ventana del vehículo y reclamó respeto. Pero vinieron los insultos, la frase aquella y su muerte. Quizás Andrés pudo haber sido imprudente, su carro estaba en otro lugar y él ingresó al parqueadero El Indio para decirles que no lo molestaran. Claro, no sabía a quiénes les exigía una gota de respeto. Su amiga lo trasladó a una clínica, pero falleció en el camino”. contó al Espectador el fiscal del caso Jesús Albeiro Yepes.