La historia ha demostrado que detrás de la destrucción de monumentos históricos de miles de años de antigüedad hay un fuerte deseo por imponer una ideología que contradice el viejo orden y aspira a imponer uno nuevo, desde cero. La conquista de América, por ejemplo, se tradujo en la imposición violenta de ciertas religiones, idiomas, visiones de mundo y formas de organización social y política que condenaron a las culturas precolombinas al exterminio y al olvido.
Expertos consultados por EL TIEMPO aseguran que con la estrategia de destruir patrimonios históricos y arquitectónicos de la humanidad, el autodenominado Estado Islámico busca borrar cualquier vestigio cultural que contradiga la ideología y el orden que quiere imponer. Y no solo se han destruido monumentos culturales antiquísimos, sino que se han saqueado bibliotecas y universidades en Mosul (Irak), manuscritos centenarios y una gran cantidad de libros que fueron a parar al mercado negro de piezas arqueológicas (importante fuente de financiación del grupo terrorista), o que se han perdido para siempre en las llamas del fuego. Para Víctor de Currea-Lugo, profesor de la Universidad Nacional, lo que los radicales islamistas están haciendo es “negar el acumulado histórico para convertirse en un proyecto fundacional de una nueva sociedad, no local sino mundial”, explica.
Pero ¿hasta dónde puede llegar esta negación de la historia? Según De Currea-Lugo, durante la ocupación de Irak en 2003 se perdieron más de 4.000 piezas arqueológicas de los museos, a los que las tropas estadounidenses no dieron tanta importancia como a los oleoductos y a las refinerías. “Ni los museos ni la historia son una prioridad, pero sí el petróleo”, anota De Currea-Lugo.
Fabián Sanabria, antropólogo y doctor en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, asegura que “cuando la Unesco consagra un sitio como patrimonio de la humanidad es porque es de todos” y que, por tanto, cuidarlo es una tarea colectiva. El problema radica en que no se le ha dado mucha importancia al legado cultural de las antiguas civilizaciones humanas.
Sanabria hace énfasis en que “Occidente debe entender que el patrimonio no es solo cosa del pasado, sino que es el pilar sobre el cual se edifica el futuro, el porvenir de la raza humana”.
EL TIEMPO le presenta algunos de los patrimonios históricos de la humanidad que han sido destruidos por el terrorismo islamista.
Palmira (Siria)
En esta ciudad, situada a unos 250 kilómetros de Damasco, el grupo terrorista Estado Islámico voló el templo BaalShamin, de 1.900 años de antigüedad, y derribó el Templo de Bel y el Arco del Triunfo, puerta de entrada a Palmira. Manuel Saga, profesor de Arquitectura de la Universidad de los Andes y coordinador del taller ‘Ciudad y arquitectura en el mundo islámico’, dice que esta pérdida no es ajena al mundo occidental, pues ciudades como Palmira “muestran que Oriente Medio forma parte del mismo espacio cultural mediterráneo que Europa”.
A diferencia de Damasco, un lugar clave para la expansión del islam desde el siglo VII, Palmira es, según Saga, un yacimiento arqueológico de ruinas romanas.
“Es fácil que un lector occidental, conocedor de la cultura europea y su patrimonio, sienta mucho más cercana y dolorosa la agresión a un sitio arqueológico romano como Palmira que el ataque a una ciudad tradicional islámica como Damasco”, concluye Saga.
El minarete de la mezquita de Al Nuri de Mosul
La llamada ‘Torre de Pisa iraquí’, donde el jefe del grupo terrorista Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamó su califato en julio del 2014, fue destruida con artefactos explosivos el 21 de junio de ese mismo año.
Este emblemático minarete, conocido como ‘Al Hadba’ (el jorobado), es una torre de la mezquita Al Nuri de Mosul. Desde allí se convocaba a los musulmanes a las horas de oración.
La torre cilíndrica, decorada con diseños iraníes y con una pequeña cúpula de yeso blanco, fue edificada por Nur al Din, de la dinastía de los zanguíes, en el siglo XII. Cuando se terminó de construir medía 45 metros de altura, pero en el siglo XIV se empezó a inclinar hacia un lado. ‘Al Hadba’ era un monumento simbólico de la ciudad de Mosul y aparece en los billetes de 10.000 dinares iraquíes.
Nimrod (Irak)
En marzo del 2015, y con retroexcavadoras en mano, el Estado Islámico destruyó varios restos arquitectónicos de Nimrod, fundada en el siglo XIII. Gran parte de esa ciudad permanece enterrada, lo que evitó que las pérdidas fueran aún mayores. Además, varias estatuas se salvaron porque, en la década de 1840, los arqueólogos británicos que excavaron la ciudad se encargaron de enviar decenas de estatuas a varios museos, entre ellos el Metropolitan, de Nueva York, y el Museo Británico de Londres.
Hatra (Irak)
La milenaria ciudad del imperio Parto de Hatra fue destruida el 7 de marzo del 2015 por el Estado Islámico para ser utilizada como vertedero de municiones y campo de entrenamiento. En abril del mismo año, los integrantes de esa agrupación terrorista difundieron un video en el cual mostraban cómo destruían invaluables estatuas con mazos y armas automáticas.
Además de dañar las estatuas, los yihadistas arrasaron con grandes monumentos arqueológicos como el palacio (ver foto), la muralla interna y el templo de Hatra.
Esta ciudad fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1985 debido al valor arqueológico de sus templos –de estilo grecorromano y con ornamentaciones orientales– y por las fortificaciones que, provistas de torres, resistieron el asalto de los romanos, pero no los daños causados por el grupo yihadista. A la fecha se desconoce el paradero de la mayoría de las estatuas que adornaban las paredes de los templos y probablemente fueron robadas por yihadistas antes de destruir la ciudad.
Nínive (Irak)
Gran parte de las murallas y dos accesos históricos a las ruinas de Nínive, la capital del imperio asirio, fueron derribadas por los yihadistas con una excavadora. Varias puertas de la antigua ciudad, que se mantenían en pie luego de 2.000 años, quedaron reducidas a polvo. La demolición de Nínive se produjo en abril del 2016 y acabó con la puerta de Mashki y la de Ada (que había sido parcialmente reconstruida en la década de 1960). Esa, sin embargo, no fue la primera vez que el grupo yihadista causó estragos en esa ciudad. En el 2015, la puerta de Nergal fue atacada y no quedaron más que sus escombros.
Las figuras que adornaban esa puerta representaban a los Lamassu asirios (hombres-toros con alas de águila) y fueron destrozadas con taladradoras.
CATALINA CABRERA MANTILLA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
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