Acciones como intercambiar billetes y monedas, acariciar mascotas, abrir una puerta o agarrarse a una baranda hacen que nuestras manos entren en contacto con un buen número de microorganismos; entre ellos, bacterias, virus, parásitos y hongos.
“La cantidad de bacterias que se ha podido identificar en una mano oscila entre 104 y 109 tipos”, señala Lorena López-Cerero, microbióloga y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
“Cuando una persona no se lava las manos con jabón puede transmitir bacterias, virus y parásitos, ya sea por contacto directo (tocando a otra persona) o indirectamente (mediante superficies)”, apuntan los especialistas del Ministerio de Salud de Argentina.
Asimismo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) subrayan que, en la mayoría de las situaciones, lavarse las manos con agua y jabón es la mejor forma de reducir los microbios que tienen nuestras manos.
Los riesgos
La doctora López-Cerero explica que debido a una mala higiene de las manos “se pueden transmitir infecciones abdominales como la diarrea por Shigella o por Campylobacter, infecciones respiratorias como la gripa, infecciones cutáneas como abscesos por Staphylococcus aureus e infecciones que afectan al cerebro como las infecciones por enterovirus”.
“Hay que tener en cuenta que también se pueden transmitir otro tipo de microorganismos que, aunque no afectan en condiciones normales a personas sanas, sí que pueden producir enfermedad a personas inmunodeprimidas o ingresadas en un hospital y sometidas a tratamientos médicos agresivos. Este último tipo de bacterias, como Klebsiella o Acinetobacter, suelen producir infecciones en pacientes hospitalizados, sobre todo en unidades de cuidados intensivos”, añade.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los profesionales de la salud deben lavarse las manos antes de tocar al paciente, antes de realizar una tarea limpia o aséptica, inmediatamente después de un riesgo de exposición a líquidos corporales, tras quitarse los guantes y también después de tocar al paciente, al final de la consulta o cuando esta sea interrumpida.
Del mismo modo, en el día a día hay que tener la precaución de lavar las manos a la hora de llevar a cabo ciertas tareas. La doctora López-Cerero arma que debemos lavarnos las manos “antes y después de preparar la comida; antes de comer; después de ir al baño; de cambiarle los pañales a un niño o de limpiarlo si ha ido al baño; después de sonarse, toser o estornudar; después de tocar animales, sus alimentos o sus excrementos y basura”.
La microbióloga expone que el lavado de manos implica cinco pasos simples: mojar, enjabonar, frotar, enjuagar y secar. Además, señala que se puede utilizar agua fría, caliente o templada, pues la temperatura no influye en la eficacia del lavado de manos.
“Si no cuenta con agua ni con jabón, use un desinfectante de manos que contenga, al menos, un 60 por ciento de alcohol”, recomienda la especialista. No obstante, manifiesta que los desinfectantes que incluyen alcohol no son tan eficaces, sobre todo si las manos están sucias o grasas. “El alcohol no elimina algunos de los microorganismos y, en cambio, el agua junto con el jabón sí que lo hace”, destaca.
EL UNIVERSAL (México) / GDA
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