La muerte del presidente venezolano, Hugo Chávez, deja a América Latina sin su principal líder regional y a la izquierda latinoamericana en particular sin su mayor referente desde que el cubano Fidel Castro se apartó del poder en 2006.
Mediante un uso generoso de la cuenta petrolera de su país, incrementada por los altos precios del barril de crudo en la primera década del siglo XXI, Chávez apuntaló al régimen castrista en Cuba, extendió la «revolución» por la región y revitalizó la integración latinoamericana.
Aunque también fue un factor de conflicto, especialmente con Estados Unidos y Colombia cuando esos países estaban gobernados por George W. Bush y Álvaro Uribe, respectivamente, su desaparición crea un vacío importante en el liderazgo de la región.
Solo Luiz Inácio Lula da Silva, cuando era presidente de Brasil, logró hacerle sombra.
El analista argentino Rosendo Fraga, en su artículo «Perspectivas de América Latina en 2013», señala que, aun ganando las elecciones el vicepresidente Nicolás Maduro, «difícilmente tendrá las mismas condiciones de liderazgo regional que ha mostrado Chávez».
Lo mismo piensa el politólogo colombiano Fernando Giraldo: «el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, o el vicepresidente Maduro, en el plano interno, cuentan con el suficiente liderazgo para asumir las riendas del país, pero más allá de las fronteras no tienen el talante para reemplazar a Chávez».
Según dijo a Efe Giraldo, «en el corto plazo no se ve a un líder con el carisma de Chávez que pueda representar al socialismo del siglo XXI».
Sin embargo, señala que sí hay figuras destacadas dentro de la «izquierda moderada que pueden tener un importante rol en la región», como Lula o la expresidenta chilena Michelle Bachelet, si llegan a regresar al poder.
En el caso de los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia) y Daniel Ortega (Nicaragua), aliados de Chávez, Giraldo afirma que cada uno tratará de asegurarse el liderazgo «en escenarios como la Alba o la Unasur».
Poco antes de la muerte de Chávez, el excanciller boliviano Armando Loayza auguraba que su desaparición iba a suponer un «debilitamiento» para Bolivia y los bloques que impulsó, como la Alianza Bolivariana (Alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC).
Era «un caudillo muy fuerte» y no creo, dijo Loayza, que sus sucesores «tengan el poder político, diplomático y económico que él gestionaba».
Respecto a Brasil y Argentina, varios analistas coincidieron en que la falta de Chávez no va a tener las mismas repercusiones que en países más dependientes de Venezuela económica y políticamente.
«Ambos países (pilares del Mercosur) tienen un discurso político y un motor económico autónomo, por lo que la ausencia de Chávez no influye directamente sobre ellos, más allá de los sentimientos de tristeza y pesar por la pérdida de un amigo», señaló el politólogo colombiano Carlos Hernández.
«Parecen exageradas las noticias de que una ausencia de Chávez tendría reflejos en toda Suramérica, donde casi todos los Gobiernos son de centroizquierda» y «fueron elegidos por razones estrictamente nacionales, no por la influencia del líder venezolano», señaló la analista brasileña Tereza Cruvinel en un artículo publicado en la prensa local.
Para el analista político colombiano Alfredo Rangel, el futuro del movimiento bolivariano tanto en Venezuela como en los países donde Chávez llevó su ideología «es incierto y en aquellos que se beneficiaron de ese modelo, se generaría un clima de incertidumbre económica y política».
En los últimos años, Chávez empezó a perder protagonismo en la región, en parte porque su enfermedad le obligó a detener su frenético ritmo y también porque llegaron al poder nuevos mandatarios que siguen modelos propios.
«Es el caso de la presidenta brasileña y del mandatario peruano, Ollanta Humala, quienes tomaron distancia de Chávez» y han implementado planes de gobierno de centroizquierda, que hasta el momento han sido exitosos en sus países, añade.
Sobre el futuro de la derecha latinoamericana, ante la ausencia de su mayor oponente, Rangel señala que todo seguirá igual, «pues antes de que se supiera de la enfermedad de Chávez, el chavismo ya estaba muy desprestigiado» y su afección «lo que hizo fue profundizar ese debilitamiento y las posibilidades de la expansión de ese modelo a más países» de la región.
Los interrogantes también se abren sobre el futuro de Petrocaribe y la Alba, que en opinión de Fernando Giraldo, dependerá «de los recursos que Venezuela les siga entregando», de lo contrario, considera «que esos dos bloques no durarán más de 4 años».
En su artículo «Perspectivas de América Latina en 2013», el argentino Rosendo Fraga señala que si llega a darse un «cambio político en Venezuela se verían cambios importantes en la región, se desarticularía la Alba y se plantearía un escenario económico difícil para Cuba y Nicaragua, países que reciben petróleo a bajo precio» desde Venezuela.
«Chávez trató de revivir un comunismo desprestigiado y su apoyo a varios países se basó siempre en su fuerte ayuda económica, sin eso su proyecto político en la región queda debilitado», concluye el analista colombiano Carlos Hernández.
Bogotá, 5 Mar (EFE).-