Los tomates cultivados con métodos «ecológicos» u orgánicos son, en general, más pequeños que los obtenidos de cultivos «convencionales», pero también son más sabrosos y nutritivos, según un estudio hecho en Brasil y que difunde hoy Public Library of Science.
Un equipo de investigadores encabezado por Aurelice Olivaira, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad federal de Ceará (Fortaleza), comparó las frutas cultivadas en el distrito de Crato, en el nordeste de Brasil.
El negocio de productos «ecológicos», en los que no se usan aditivos químicos y que también son conocidos como «orgánicos», es uno de los de crecimiento más rápido en Estados Unidos, donde el año pasado alcanzó un valor de unos 25.000 millones de dólares, aunque no existe una definición clara de qué es y qué no es «orgánico».
Para este estudio los investigadores brasileños emplearon un criterio sustentado en el tipo de fertilizantes y pesticidas empleados por los cultivadores y según lo informado por los mismos tomateros.
Los cultivadores de tomates orgánicos emplearon la variedad Debora (Solanium lycopersicum) y recurrieron como fertilizante a un compost de estiércol animal, cóctel de legumbres y bagazo de la caña de azúcar incorporado al suelo poco antes de la siembra y luego cada diez días.
Para la prevención de hongos, estos tomateros usaron una mezcla de sulfato de cobre y cal.
En el sistema convencional, los cultivadores emplearon la misma variedad de tomates, pero aplicaron fertilizantes inorgánicos como el nitrógeno, el fosfato y el potasio de acuerdo con las normas agrícolas brasileñas. Como pesticida aplicaron FASTAC, cuyo uso está restringido en EE.UU.
Los investigadores determinaron que los tomates cultivados en granjas orgánicas acumulan concentraciones más elevadas de azúcares, vitamina C y compuestos asociados con el estrés oxidativo que las frutas cultivadas en las plantaciones convencionales.
Para llegar a esas conclusiones los investigadores compararon los pesos y propiedades bioquímicas de los tomates de ambas procedencias.
Así determinaron que los tomates cultivados en granjas orgánicas son aproximadamente un 40 por ciento más chicos que los obtenidos con fertilizantes y pesticidas químicos y, al mismo tiempo, acumulan más compuestos vinculados con la resistencia biológica al estrés.
Esto se debe a que, según señalaron, el cultivo orgánico expone a las plantas a más estrés que el cultivo convencional.
«Hasta hace poco tiempo la atención estuvo centrada, principalmente, en los rendimientos más que en la cualidad gustativa y micronutritiva de los productos frescos de plantas», señaló el artículo.
«Esto puede ser muy adecuado para los alimentos básicos como los granos, pero en lo que se refiere a las frutas y vegetales puede argumentarse que la calidad de gusto y nutrición importa más que el suministro de energía», agregó.
En lo que se refiere, al menos, a la producción de frutas y verduras «los cultivadores no deberían tratar de reducir, sistemáticamente, el estrés para maximizar el rendimiento y el tamaño de las frutas sino que deberían aceptar un cierto nivel de estrés como el que impone el cultivo orgánico, a fin de mejorar ciertos aspectos de calidad del producto».
(EFE).-