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Harper y la nacionalidad de los aborígenes

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en la imagen Intervención de uno de los líderes de los aborígenes en el parlamento canadiense

Uno de los más claros síntomas de ese estado de radical indiferencia que caracteriza al gobierno de Stephen Harper, es que hasta los elementos más raizales y emblemáticos de la Nacionalidad Canadiense se han ido diluyendo, víctimas del desgreño administrativo de una maquinaria a la que lo único que la conmueve es el mantenimiento y fortalecimiento de un poder omnímodo. Un poder que está radicalmente centralizado en un grupo de selectos al servicio del Régimen.

En una entrevista con el Global National, Paul Martin, el Primer Ministro del gobierno Liberal  anterior al Régimen Harperista, resumió así el problema de los ciudadanos conocidos como “First Nations” – o sea las Naciones primigenias anteriores a la inmigración Europea de los siglos 18 y 19:

“Como lo han expresado las Gentes Aborígenes en muchas oportunidades, lo que en realidad se debate es la falta de comprensión del gobierno, la falta de respeto del gobierno a medida que las Gentes Aborígenes tratan de zafarse de la tremenda pobreza que los consume”

Como ejemplo de esa falta de respeto, el ex Primer Ministro se refirió a las medidas recientemente adoptadas por el gobierno en su tristemente célebre Ley Ómnibus que, a título de reforma presupuestal, introdujo en realidad profundas reformas de carácter Social, Administrativo, Económico y Legal en Canadá . Las provisiones de esa Ley afectan el Régimen de Tierras en manos de las naciones aborígenes, le permiten al Gobierno Harper desconocer el Acuerdo de Kelowna -un bloque de pactos entre el Gobierno de Canadá, los Primeros Ministros de las Provincias y Líderes Territoriales, de un lado, y los líderes de cinco organizaciones aborígenes del país.  El Acuerdo de Kelowna buscaba mejorar la educación, el empleo y las condiciones de vida de las Naciones Aborígenes a través de programas de financiación gubernamental, entre otras cosas. Fue avalado y endosado por el Primer Ministro Martin, pero totalmente desarticulado y enterrado por el Ministro Harper.

Entre tanto, Harper pregona a los cuatro vientos que su gobierno ha mejorado la calidad de vida de las Naciones Aborígenes, desde la calidad de agua que toman, las casas que habitan, hasta las escuelas donde sus hijos van a educarse. Asegura que el Harperismo no tiene porqué disculparse por ninguna de sus acciones.

Thomas Mulcair, el Líder del Nuevo Partido Demócrata afirmó en el parlamento que el harperismo nunca consultó a los aborígenes en relación con el reciente debilitamiento   de las protecciones ambientales para los lagos y ríos ubicados en sus territorios. El jefe del NDP también afirmó que la tasa de desempleo entre las comunidades aborígenes canadienses es del 80%. Señaló que hace un año Harper le prometió a los indígenas Canadienses una reunión para poder discutir estos problemas pero, en lugar de celebrarla, lo que hizo fue atacar a los jefes de las tribus y nunca tomó acción concreta. Muchos líderes indígenas han sido víctimas de indiferencia e inacción por parte del Gobierno. Harper, por su lado, se limita a afirmar que los aborígenes Canadienses nunca han tenido tanta representación en el gobierno como la tienen ahora. Pero el hecho es que los ciudadanos de las llamadas Primeras Naciones, no tienen aún razones para sentirse orgullosamente Canadienses, a pesar de ser los únicos legítimamente Canadienses de todos cuantos habitan estas tierras….Harper incluido!

 

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