
Dos años después del estallido de la revuelta en favor de una liberalización política y social en el reino de Baréin, las protestas no han desaparecido y la oposición volvió hoy a tomar las calles con manifestaciones que derivaron en disturbios, en los que murió un adolescente de 14 años.
Tanto las autoridades como la oposición reconocieron el fallecimiento del menor, que compromete el desarrollo del frágil diálogo nacional recién abierto en el país entre el gobierno y la oposición.
El partido chií Al Wefaq, principal formación opositora, informó de que la víctima, Ali al Yaziri, murió en el hospital por las graves heridas sufridas en el abdomen por los disparos de balines de la policía antidisturbios en el distrito de Al Daih, al oeste de Manama.
Al Wefaq, que denunció «la violencia exagerada» que emplearon las fuerzas del régimen para dispersar las manifestaciones, informó también de decenas de heridos, algunos de ellos graves, en la mayor parte de los casos por disparos de perdigones.
El Ministerio del Interior confirmó la muerte de una persona y destacó que se registraron «disturbios y el cierre de calles en algunos pueblos».
Los funerales por el joven se celebrarán el próximo domingo, cuando se espera que aumente todavía más la tensión, como suele ocurrir en las exequias de los muertos en los disturbios.
Bien entrada la noche en Baréin, continuaban las protestas en las calles en muchas localidades, y cientos de personas gritaban «Alá es grande» en las azoteas de los edificios, como pudo constatar Efe.
Durante esta jornada, muchas tiendas y ciudadanos se han unido a la huelga general de dos días, iniciada a las 20.00 hora local de ayer (17.00 GMT), en varias localidades, incluida la capital, convocada por la Coalición del 14 de febrero, que agrupa a varias organizaciones opositoras.
Desde ayer, los manifestantes bloquean las calles de varias poblaciones para evitar que la policía irrumpa en ellas para impedir las expansión de las protestas reformistas.
En los últimos dos días, centenares de manifestantes han intentado alcanzar la emblemática rotonda de la Perla (Lulu), epicentro de las protestas en febrero de 2011, lo que derivó en enfrentamientos con los efectivos de orden en las inmediaciones del lugar y en otras partes del reino.
Los participantes en las protestas fueron expulsados de esa rotonda en marzo de 2011 después de un mes de grandes concentraciones, y desde entonces ha permanecido cerrada al público y controlada por la policía y la Guardia Nacional.
El monumento en forma de perla, que estaba situado en el centro de la rotonda y que le daba su nombre, fue destruido por las autoridades, que convirtieron la zona en una intersección de calles con semáforos, que rebautizaron como Al Faruq.
Las fuerzas de seguridad extremaron hoy las medidas con motivo del aniversario, la presencia de carros blindados en las calles ha aumentado y se han erigido puestos de control por sorpresa en una tentativa de impedir las manifestaciones.
A principios de esta semana, cinco de los seis grupos de la oposición acordaron participar en la segunda ronda del diálogo nacional, con la esperanza de acabar con la crisis política y de seguridad en esta pequeña isla del golfo Pérsico.
Aun así, la Coalición del 14 de Febrero, germen de la revuelta iniciada hace dos años, anunció que iba a boicotear las conversaciones, así como los grupos suníes progubernamentales que abogan por una línea más dura.
Los llamamientos a iniciar negociaciones se remontan al 13 de marzo de 2011, cuando el príncipe heredero, Salman bin Hamad al Jalifa, tendió una mano a la oposición para comenzar un diálogo, que fue cancelado antes de su inicio por la llegada de tropas de países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
Los soldados, en su mayoría de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes Unidos, se desplegaron para ayudar a las autoridades bareiníes para acabar con las manifestaciones y garantizar la seguridad.
El diálogo nacional, inaugurado en julio de 2011, fracasó después de que algunos opositores se quejaran de que se estaba dejando de lado sus demandas en las negociaciones, que calificaron de un «esfuerzo de relaciones públicas» del régimen.
Desde el 14 de febrero de 2011, unas 115 personas han muerto, 2.000 han sido detenidas y más de 2.000 han perdido sus puestos de trabajo por participar en las protestas, según datos de la oposición.
(EFE).-