Las federaciones internacionales de los deportes olímpicos de verano se gastaron 27,68 millones de dólares en 2015 en políticas antidopaje, hicieron 65.129 controles, hallaron 219 positivos y gestionaron 459 exenciones de uso terapéutico (TUEs).
Así se refleja en un informe elaborado por la asociación que reúne a estas federaciones, ASOIF, que compara las cifras con las de otro estudio similar que llevó a cabo en 2010, con datos de 2009.
Los 27,68 millones destinados el año pasado a antidopaje fueron 4,18 más que en 2009, un incremento equivalente al 17,8 %. La cantidad casi se iguala con los 29,28 millones que destinó la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) a gastos operativos también en 2015.
Si de lo invertido por las federaciones se excluyen los gastos de personal, el aumento del presupuesto para dopaje respecto a 2009 se limitó a un 6,7 %, de 21,4 a 22,8 millones, lo que indica que los programas antidopaje obligan a destinar una partida cada vez mayor a la plantilla que los aplica.
Hubo enormes desigualdades presupuestarias entre las 28 federaciones olímpicas. Seis de ellas, que el estudio no identifica, invirtieron el 80 % de todo el gasto contra el dopaje, 18,64 millones. En el otro extremo, las 17 que menos gastaron solo sumaron 2,6 millones (11 %).
Los controles se llevaron la principal parte del gasto, un 70 % (el 78 % hace seis años)
El coste medio de un control se redujo en el periodo analizado más de la mitad, de 835 a 387 dólares.
Muchas federaciones tuvieron que hacer frente a una carga económica extra al verse obligadas a recurrir a empresas externas para aplicar los programas antidopaje. Por este lado se les fueron casi 16 millones.
Las federaciones olímpicas hicieron 65.129 controles antidopaje en 2015: 32.889 pruebas de orina (22.125 en competición), a las que hubo que añadir otras 18.979 adicionales, y 13.261 de sangre, en este caso la mayoría, 8.351, fuera de competición.
El total de controles dobla los 32.916 del año 2009, cuando se hizo el anterior estudio. La actual proporción de 70/30 entre análisis de orina y de sangre varía sustancialmente respecto al 92/8 de entonces, consecuencia de la implantación del pasaporte biológico, que utiliza ya un 70 % de las federaciones.
Esos controles arrojaron en 2015 un número de 219 positivos (159 en 2009), una pequeña parte si se compara con las 1.633 anomalías halladas en los controles pero que, por distintas causas, no pudieron llegar a ser catalogadas como violaciones antidopaje.
Así, hubo 287 casos de incomparecencia a un control, 475 de hallazgos negativos o 328 de alteraciones en el pasaporte biológico.
El número de autorizaciones para uso terapéutico (TUEs) procesadas descendió radicalmente, casi un 80 %, entre 2009 (2.386) y 2015 (459) «debido a los cambios en la lista de sustancias prohibidas, en particular en las reglas sobre beta-2 agonistas». El 40 % de las federaciones concedió entre cero y diez TUEs, otro 40 % entre 10 y 30 y el restante 10 % entre 30 y 80.
Se calcula que la gestión de cada TUE le cuesta a una federación 343 dólares (un 463 % más que en 2009, unos 74 dólares)
Pese a que el informe de 2010 recomendaba vivamente un incremento de los programas educativos, el gasto en ellos se redujo del 4,1 al 2,9 del total. Un 33 % de las federaciones afirma no puso en práctica esos programas por falta de dinero.
Solo un 7 % de los controles en competición se hizo el año pasado al azar. La persecución de objetivos concretos fue el criterio predominante. Un 68 % de los controles en competición y un 86 % de los análisis por sorpresa se dirigieron a deportistas catalogados como de riesgo; un 57 % y un 75 %, respectivamente, a los señalados por los programas de inteligencia (que ya usan un 93 % de las federaciones); y un 43 % y un 64 % a los que mostraron valores no coincidentes con los de su pasaporte biológico
El informe, dirigido por la médico canadiense Margo Mountjoy, que pertenece a las comisiones médicas del COI y de la FINA (natación), se alinea en su introducción con las voces que piden una revisión de las políticas antidopaje y del papel de la AMA.
Las federaciones, señala, han sido objeto de «ataques» por problemas «reales o aparentes» derivados de conflictos de intereses en su lucha contra el dopaje.
«Esto indicaría la necesidad de crear un nuevo modelo que asegurase que las federaciones son independientes de las decisiones que afectan a elementos clave como los controles, la gestión de los casos positivos y las sanciones a los deportistas culpables», añade.
«Aun reconociendo el muy buen trabajo hecho por la AMA en el pasado», dice, acontecimientos como la suspensión de las autoridades rusas antidopaje, las sospechas en torno al laboratorio de los Juegos de Sochi y los resultados de las muestras guardadas desde Pekín 2008 y Londres 2012 «han llevado a muchos a concluir que el actual sistema ni vale para su propósito ni es idóneo para afrontar los retos del futuro».
Redacción Deportes, 11 nov (EFE).-
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