El presidente de la compañía israelí ISDS, Leo Gleser, que fue responsable de la seguridad en los pasados Juegos Olímpicos de Río 2016, calificó el resultado del dispositivo como «un triunfo del pueblo brasileño» y alertó sobre las dificultades que tendrá Tokio 2020 por la ubicación de las sedes.
«Lo más importante de Brasil es su capital humano, un pueblo que gusta del deporte. No tuvo el acompañamiento del Gobierno, que estaba en sus crisis internas, pero en todo lo relacionado a los Juegos la gente que trabajó estaba encaminada a que triunfaran. Y eso sí ocurrió, eso es un triunfo del pueblo brasileño», aseguró en conversación con EFE Leo Gleser, presidente de ISDS.
Gleser es el presidente de la compañía israelí International Security & Defence Systems, que se encargó del dispositivo de seguridad Río 2016 por contrato con el Comité Organizador y antes lo hizo en Pekín 2008, Atenas 2004, Sydney 2000 o Barcelona 1992; y en Mundiales como los de México 1986, Italia 1990 o Sudáfrica 2010.
Este exmilitar israelí, ahora presidente de esta compañía de servicios de seguridad, reconoció que los problemas en los transportes supusieron «la mayor dificultad» a la hora de coordinar la seguridad en los Juegos.
«La problemática económica de Brasil hizo lento el desarrollo de la infraestructura de transporte. No haber terminado todos los desarrollos no solo no ayudó sino que molestó a los traslados del día a día», explicó.
Bajo el punto de vista de Gleser, que acudió a Madrid para participar en un foro sobre industria deportiva, la seguridad en Río fue «un éxito» gracias a un trabajo «muy profesional» pese a la falta de apoyo estatal, ya que el gobierno se encontraba en pleno .
El Parque Olímpico de Barra de Tijuca llegó a albergar a más de 250.000 personas, según el máximo dirigente de la empresa contratada por Río 2016 para el dispositivo de seguridad, un cuarto de millón de visitantes ubicados en un solo espacio, lo cual facilita la gestión de seguridad.
Todo lo contrario ocurrirá en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde la dispersión de las instalaciones, que estarán distribuidas por toda la capital nipona en lugar de aglutinadas en una sola zona, provocarán un mayor desafío a la hora de gestionar la identificación de visitantes, deportistas y prensa.
«Que no haya un parque olímpico provoca un compromiso mayor para la seguridad, mayor movimiento de personas. Eso quiere decir que habrá más actividad de transporte que al tener todo centralizado en un área, como fue en Londres o en Barcelona. Significa más controles de acceso, más molestia al público que tiene que pasarlos», advierte el presidente de la compañía que gestionó el perímetro de seguridad en los Juegos de Río.
Madrid, 5 nov (EFE).-