Las de 2016 serán las elecciones más diversas de la historia estadounidense y de nuevo los hispanos, la minoría más numerosa del país, jugará un papel importante, que puede seguir disminuido por un círculo de escasa participación y bajo interés de las campañas.
Unos 57 millones de hispanos residen en Estados Unidos -más de 27 millones de ellos con derecho a voto- y se espera que 13 millones acudan a las urnas hasta el 8 de noviembre, en línea con el crecimiento demográfico y sin que se dé un importante aumento del porcentaje de participación, que en 2012 fue del 48 % (por debajo de la media nacional).
«La mitad de los votantes latinos se encuentra en solo tres estados (Nueva York, California y Texas) y estos no son necesariamente estados competitivos. Como resultado las campañas no están contactando con latinos del mismo modo que hacen con otros grupos y eso lleva a una menor participación», explica a Efe Mark Hugo López, director de investigación hispana en el centro de estudios Pew Research.
La incógnita de estas elecciones será saber si los latinos se movilizarán en masa ante el llamado «efecto (Donald) Trump», la animadversión de colectivos que se sienten atacados por el discurso del candidato republicano a la Casa Blanca, en estados como Florida, Arizona o Texas.
«El efecto Trump está, sin duda, detrás de que los latinos vayan a ir en un mayor número a las urnas. Están preocupados y enojados tras haber sido insultados por él», opina el presidente del Comité Nacional Demócrata de Texas, Gilberto Hinojosa.
Hinojosa es optimista y cree que los hispanos serán los protagonistas de algo histórico: que Texas caiga en manos de los demócratas en una elección presidencial por primera vez en cuatro décadas y con ello cambie totalmente toda la estrategia política de un país vastísimo.
«Es bien difícil (acabar con el dominio republicano de Texas), pero yo tengo confianza, la gente está cansada de Trump», justifica Hinojosa.
Las regiones fronterizas, donde el muro con México que propone Trump no sería bueno para la economía, y las ciudades como San Antonio, Dallas o Houston pueden registrar una afluencia récord de hispanos a las urnas; y según Hinojosa, cuantos más latinos se movilicen, mayor será el porcentaje que vote demócrata.
Hinojosa asegura que en las últimas semanas han gastado varios millones de dólares para colocar anuncios de campaña, muchos de ellos en emisoras de radio latinas, mientras que la última encuesta del diario texano American-Statesman da a Clinton una ventaja 36 puntos frente a Trump entre los latinos.
Texas es un ejemplo del poder del voto latino en las elecciones estadounidenses, especialmente si ese voto se inclina masivamente por una de las opciones y la otra parte no intenta modelar su mensaje para cortejar a esa comunidad.
Los latinos serán claves en Florida, donde los demócratas están dedicando recursos para movilizar a las urnas, por ejemplo, a los puertorriqueños que han huido de la crisis, o en Arizona, donde el polémico alguacil Joe Arpaio puede perder tras 22 años, pero también, con el paso de los años, en estados que ahora son plazas seguras como Wyoming, Idaho o Utah.
«En Arizona llevamos trabajando desde 2004, el cambio no pasa solo por Trump. Trump nos ha dado la oportunidad para que los resultados se vean más rápido y más claros», señala Ben Monterroso, director de MiFamiliaVota, una organización no partidista que busca movilizar el voto hispano.
«Hasta ahora hemos desperdiciado mucho poder porque se ha interactuado con los hispanos de cuatro en cuatro años y faltan más recursos a largo plazo (…) Los jóvenes son cada vez más activos y somos una población muy joven», asevera Monterroso.
Uno de cada cuatro de los conocidos como «milenial» en Estados Unidos (personas entre 18 y 35 años) es hispano y con 800.000 ciudadanos hispanos superando la mayoría de edad cada año, está claro que la comunidad latina será cada vez más relevante políticamente.
«La principal razón de la baja participación latina es la relativa juventud de los hispanos y los jóvenes suelen votar en menor grado», apunta López, que no obstante recuerda que esos jóvenes hispanos, la mayoría nacidos en EE.UU., cambiarán el panorama electoral pese a que «llevará algo de tiempo».
La revolución latina está en marcha, cambiará todo el mapa electoral estadounidense y obligará a las campañas a contar con más expertos hispanos y a tener en cuenta en toda la geografía nacional a una comunidad que ya no es silenciosa ni minoritaria.
Washington, 30 oct (EFE).-