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Los Quijotes del pintor boliviano Walter Solón, una lanza contra el olvido

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Reproducción fotográfica permitida por la Casa Museo Solón de una de las obras de la serie "El Quijote y los perros", difundida en 1974 durante la dictadura de Hugo Bánzer, este miércoles, 19 de octubre de 2016, en La Paz (Bolivia). EFE
Reproducción fotográfica permitida por la Casa Museo Solón de una de las obras de la serie «El Quijote y los perros», difundida en 1974 durante la dictadura de Hugo Bánzer, este miércoles, 19 de octubre de 2016, en La Paz (Bolivia). EFE

Los centenares de Quijotes dibujados y pintados por el boliviano Walter Solón fueron una lanza contra el olvido cuando la dictadura del militar Hugo Bánzer hizo desaparecer en 1972 al hijo de su esposa, José Carlos Trujillo.
A partir de ese momento, el Caballero de La Mancha se convierte para Walter Solón (1927-1999) en «la forma de expresar su fuerte rabia y reclamo de la desaparición de José Carlos», afirma a Efe su hijo Pablo Solón durante una visita a la casa del muralista en La Paz, convertida en un museo donde puede apreciarse ese legado.
El museo, que también acoge una fundación sobre el pintor, tiene por logotipo un Quijote y una piedra con ojos y una boca cosida.
Según Pablo Solón, estos símbolos representan las dos obsesiones de madurez del pintor: la justicia y la memoria. Su padre solía decir que todo lo que uno hace ha sido visto por las piedras.
«Esa memoria va a emerger y cuando emerge es como un volcán», afirma Pablo.
El personaje cervantino siempre fue motivo de fascinación para el muralista. De 1967 es la serie a tinta «El Quijote y San Francisco», que reproduce hipotéticos diálogos entre los dos personajes.
«Él consideraba que los dos eran personajes muy apegados a la justicia y desprendidos de las cosas materiales», explica Solón sobre su padre, que elaboró la serie cuando residía en Nueva York.
De 1956 es un mural en la ciudad boliviana de Sucre que representa un Quijote de tres cabezas, que reivindica la educación frente al colonialismo y «la maquinaria destructora de la naturaleza».
Pero el sentido de los dibujos cambió con las dictaduras militares y la desaparición de José Carlos Trujillo Oroza, hijo del primer matrimonio de Gladys Oroza de Solón y militante del grupo de inspiración guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Las fuerzas de seguridad lo arrestaron el 23 de diciembre de 1971, lo torturaron en prisión y lo hicieron desaparecer el 2 de febrero de 1972, según la investigación del caso.
La siguiente serie se llamó «El Quijote y los perros». Solón la difundió en 1974, aún en plena dictadura de Bánzer (1971-1978).
«A su inauguración apenas fueron diez o doce personas, pero todo el mundo compró el álbum por debajo», recuerda Pablo Solón.
En las láminas, perros y militares cometen torturas y violencia con el Quijote -a veces postrado, a veces crucificado, a veces ausente y lejos de su lanza- como oponente.
«El Quijote es la lanza del pintor», sentencia su hijo Pablo.
A la serie sobre los perros le sucede «El Quijote en el exilio», porque tras la detención de Gladys Oroza por tres meses y la del mismo Walter Solón, la familia es obligada a irse a Lima cuando aparece una nueva dictadura, la de Luis García Meza (1980-1981).
En esas imágenes se puede ver al «Ingenioso hidalgo» entre rejas, preguntándose en una leyenda si brotará la libertad en primavera.
Tras su regreso, Walter Solón realiza la serie más irónica: «El Quijote y los ángeles» (1984), que representa a los militares no ya como perros, sino como ángeles.
Son los mismos, cometiendo idénticas felonías, pero con alas de ángel como símbolo de la impunidad.
Pablo Solón señala que esa serie tampoco gustó a los demócratas. «La gente no quería recordar. Los demócratas hicieron pacto con los dictadores», subraya.
Walter Solón dejó dos obras inconclusas, de nuevo con el Quijote como protagonista: la serie de dibujos «El Quijote y los niños» y un mural que representaba su propia biografía y al personaje cervantino junto a motivos de la naturaleza, incluyendo una caracterización del caballero andante pisando las hojas de coca.
El pintor murió en 1999, sin poder ver uno de los hitos de la lucha de su esposa. En 2000, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló contra el Estado boliviano como responsable de la desaparición de José Carlos, que nunca se resolvió. Hugo Bánzer era de nuevo presidente, esta vez tras ganar elecciones.
Gladys Oroza peleó durante cuarenta años en búsqueda de justicia durante las dictaduras, con la vuelta de la democracia y en las instituciones internacionales.
Pablo Solón, exembajador del Gobierno de Evo Morales ante Naciones Unidas, cree que hoy prevalece un enfoque pragmático sobre ese reclamo de justicia.
«En términos de recuperación de la memoria de la dictadura no se ha avanzado», afirma sobre este periodo.
La Fundación Solón prepara una película sobre los murales de Walter y el significado del Quijote en su obra. Para algunos representa el ideal de justicia, mientras que para otros es un álter ego del artista.
Pablo Solón tiene una hipótesis más sencilla: «el Quijote en la obra de Solón es mi madre», sostiene. «Mi madre es una ama de casa que se transforma en una activista imparable, que no tiene límites».
Ese es, según el hijo, el significado de la frase que Walter Solón dejó sobre su relación con el personaje de Cervantes: «El Quijote supo obrar. Yo solo desdibujar su imagen a despecho de su angustia».

Carlos Heras

La Paz, 23 oct (EFE).-

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