La Feria del Libro de Fráncfort reiteró hoy su llamamiento a luchar por la tolerancia con la presentación de la ensayista y periodista Carolin Emcke como nuevo Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, galardón que subraya una de las constantes de esta edición de la muestra.
«Contra el odio» es precisamente el título del último libro de Emcke, a quien el presidente de la Asociación de Libreros Alemanes, Heinrich Riethmüller, definió hoy como «una de las intelectuales más importantes de nuestro tiempo, cuyos libros han impulsado siempre debates importantes».
En una conferencia de prensa, Emcke declaró que el premio era un «honor monstruoso», que le hacía sentir lo que la separa de otros autores que han recibido el mismo galardón en el pasado, como Orhan Pamuk o Svetlana Slexijewitsch, que posteriormente obtuvieron el Premio Nobel de Literatura.
Su perfil, como intelectual comprometida -que ha oscilado siempre entre el periodismo, el ensayo y la vida académica- se corresponde perfectamente con las exigencias del premio en momentos de variadas crisis, en las que Alemania y Europa tratan de volver a definirse.
«He sido siempre feliz por poder ser europea y no tener que ser únicamente alemana», dijo Emcke cuando se le preguntó sobre la situación actual de Europa y el resurgimiento del nacionalismo.
«Más que los partidos que surgen, a los que hay que enfrentar en los parlamentos, me preocupa cierto ambiente que se está creando y que ocurran cosas como los ataques a europeos del este en el Reino Unido después del ‘brexit'», añadió.
«En el momento en que la gente llama al asesinato y toma a los más débiles como víctimas propiciatorias, la sociedad civil tiene que levantarse», subrayó.
Frente al lenguaje del odio, Emcke cree que hay que procurar siempre responder y aseguró que hay estudios que muestran que esto tiene eficacia, sin que sea necesario elaborar estrategias complejas.
«A veces basta con decir que no se está de acuerdo o que a uno no le gusta que se hable así de los judíos», dijo.
Frente a situaciones de cierto peligro en las que responder implica un riesgo demasiado grande, según Emcke no se debe permanecer indiferente; al menos hay que marcharse y no «convertirse en espectador» de lo que está ocurriendo, y buscar ayuda, si es preciso llamando a la policía.
«No quiero vivir en un país en que sólo los negros rechacen el racismo, sólo los homosexuales luchen contra la homofobia y donde los judíos sean los únicos que rechacen el antisemitismo», dijo Emcke.
Interrogada sobre si cree que la religión puede ser fuente de odio, aludió a un capítulo de su último libro dedicado al Estado Islámico (EI) y al yihadismo en el que trata de mostrar que lo que hay en esos movimientos es «una justificación pseudorreligiosa del terrorismo y la violencia».
«No estoy sola en esa apreciación, 150 teólogos musulmanes han condenado al EI como antiislámico», dijo.
Actualmente, según Emcke, hay un discurso público que tiende a subrayar lo que separa a diversos grupos humanos, lo que indirectamente tiende a fomentar la discriminación.
Frente a ese discurso, abogó por resaltar las similitudes que ha encontrado en todas partes del mundo a donde ha viajado, muchas veces como corresponsal de guerra a regiones en crisis.
«Todos los seres humanos tienen una idea de libertad, aunque se les niegue la libertad. Todos tienen una idea de dignidad, todos aman a sus hijos y a sus familias, y a todos les gusta comer bien», aseguró.
El diálogo entre personas de diversas religiones en Europa no lo ve a largo plazo como problemático. «La gente se une por intereses comunes y cuando hay un grupo de aficionados al fútbol entre ellos no se preguntan a qué religión pertenecen», dijo.
Rodrigo Zuleta
Fráncfort (Alemania), 21 oct (EFE).-