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La xenofobia enturbia el balance de la reunificación alemana

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La canciller alemana, Angela Merkel (i), es recibida con ramos de flores de niños a su llegada al Parlamento Regional Landtag de Düsseldorf, Alemania, este viernes. EFE
La canciller alemana, Angela Merkel (i), es recibida con ramos de flores de niños a su llegada al Parlamento Regional Landtag de Düsseldorf, Alemania, este viernes. EFE

El auge de la ultraderecha en el este de Alemania enturbia mas de un cuarto de siglo después el balance de la reunificación, una tarea titánica que arrancó lastrada por los abismos económicos entre las dos mitades del país y que ahora está empañada por el ímpetu de la xenofobia.
Dresde, la ciudad donde nació el movimiento islamófobo Pegida, acoge desde hoy sábado hasta el lunes los actos del Día de la Unidad, el aniversario de la entrada en vigor del Tratado por el que la República Democrática Alemana (RDA) dejó de existir y su territorio quedó integrado en la República Federal de Alemania (RFA).
Fue el 3 de octubre de 1990, once meses después de la caída del Muro de Berlín -en noviembre de 1989- y tras un proceso negociador exprés entre el canciller Helmut Kohl y las potencias aliadas de la II Guerra Mundial que en 1945 se habían dividido el país.
Que el aniversario tenga lugar en Dresde, capital del estado federado de Sajonia, obedece a la práctica rotatoria instituida entre los 16 «Länder» para la celebración de la fiesta nacional.
Coincide, sin embargo, con la alarma entre el espectro parlamentario ante el ímpetu con que la derecha radical está haciéndose especialmente fuerte en lo que fue territorio germano-oriental.
«La ultraderecha es una seria amenaza para el desarrollo social y económico del este de Alemania», advertía el informe anual sobre el «Estado de la Unidad» germana, elaborado por el Gobierno de Angela Merkel y presentado estos días, coincidiendo con el aniversario.
Alternativa para Alemania (AfD), representante de la nueva derecha radical, ha ido ganando terreno en todo país apuntalada en el voto de protesta contra los refugiados, precipitado tras la llegada al país, en 2015, de 1,1 millones de peticionarios de asilo.
Entre enero y mediados de septiembre de este año se contabilizaron 507 actos de violencia xenófoba, casi el doble de los ataques correspondiente al año pasado.
Ambos fenómenos -el auge de la derecha radical y el xenofobia- discurren parejos por toda Alemania, pero su virulencia es mucho mayor en los llamados «nuevos Länder» o territorio de la RDA.
AfD obtuvo su mayor porcentaje en uno de esos estados, el de Sajonia Anhalt -un 24 %, en las regionales de marzo-, y humilló hace unas semanas en Mecklenburgo-Antepomerania, asimismo en el este, a la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de la canciller Merkel al que superó en votos.
En el este del país se observa una «evolución preocupante», constata el informe, que cita como ejemplos las protestas de vecinos contra la acogida de refugiados en poblaciones como Heidenau y Freital, convertidas en símbolos de esa xenofobia.
Las cifras son irrefutables: los actos violentos ultraderechistas ascendieron en 2015 en Mecklenburgo-Antepomerania a un 58,7 % por millón de habitantes, el mayor porcentaje del país, en contraste con el 10,5 % de media de los «Länder» del oeste.
Las diferencias sociales y económicas se han reducido en los 26 años transcurridos: si en 2005, el desempleo alcanzó su punto máximo en el este, con un 18,7 % -frente al 9,9 % del oeste-, ahora la relación está en 9,8 % para la mitad oriental del país -frente al 5,7 % del resto.
El nivel de las jubilaciones en el este se sitúa en el 92 % respecto a las del oeste, mientras que el de los sueldos está sobre el 85 % en relación a los compatriotas de esa mitad del país.
No puede hablarse ya de abismos sociales o económicos entre ambas partes, como ocurrió en los primeros años tras la reunificación, pero persisten los desniveles y la frustración ciudadana, caldo de cultivo tradicional del voto de castigo.
A Kohl, el llamado «canciller de la reunificación», no se le perdonó nunca la frase pronunciada en 1990, en que prometía que todo el este se convertiría en breve tiempo en un «paisaje floreciente».
A Merkel, crecida en Mecklemburgo-Antepomerania, le espera este lunes en Dresde un panorama complejo en el acto central del Día de la Unidad: Pegida tiene convocada una de sus protestas islamófobas, a la que piensan plantar cara manifestantes izquierdistas.
Al presidente Joachim Gauck le corresponderá pronunciar su último discurso como jefe de Estado en ese día -no optará a su reelección el próximo año-, marcado por ese contexto de xenofobia y auge radical en el territorio en el que asimismo inició su carrera, como pastor protestante y disidente contra el régimen de la RDA. Berlín, 1 oct (EFE).-

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